20 de diciembre de 2016

Big data

Big data es un concepto informático relacionado con el manejo de grandes cantidades de datos. En nuestra sociedad de la información los seres humanos estamos constantemente generando y almacenando información, con distintos orígenes, formatos y estructuras. Desde hace décadas, todo tipo de organizaciones, empresas y administraciones manejan bases de datos de las que extraen información sobre sus clientes y sus administrados, o sea, sobre nosotros.

Los ciudadanos que no estamos afectados por la brecha digital tenemos más de un aparato (smartphone, tablet, ordenador portátil) para conectarnos a Internet, buscar información, actuar en redes sociales, rellenar formularios, hacer compras, etc. El ritmo de crecimiento de esta cantidad de información que generamos cada día está aumentando notablemente y cada vez más hacen falta herramientas, algoritmos y metodologías más potentes, capaces de extraer información de valor casi en tiempo real.

La generación y almacenamiento de datos sobre consumo existe desde el comienzo de la tecnologías de información y comunicaciones (TIC), inicialmente con la retirada de dinero en cajeros automáticos, el pago mediante tarjeta de crédito o las reposiciones de almacenes mediante códigos de barras.

En muchas transacciones digitales se genera una información que queda registrada por parte del banco, de la entidad emisora de la tarjeta, o del comercio que vende, pero fuera del alcance del consumidor. Además, a través de las tarjetas de fidelización, los comercios o cadenas de comercios llegan a saber todo sobre nuestras pautas de consumo (qué compramos, dónde compramos, cuándo compramos, cómo pagamos)


Todo este flujo de datos se ha multiplicado en 10 años desde la generalización de Internet. Cada vez que visitamos una página web nuestras andanzas digitales quedan registradas en las molestas cookies. En las compras por Internet (portales de consumo), se asocia nuestra cuenta de correo electrónico a nuestra tarjeta de crédito. Es frecuente tener que rellenar formularios para acceder a contenidos. Nuestros perfiles en redes sociales se asocia nuestra cuenta de correo electrónico con nuestra lista de contactos y con los contenidos intercambiados. Y nuestros smartphones, con los que cada vez hacemos más compras, asocian una tarjeta SIM, nuestra ubicación física (GPS), nuestro número de teléfono, nuestra lista de contactos y nuestra cuenta de correo electrónico. 

Además de estos datos generados por nosotros mismos existen muchos otros datos relacionados con nosotros mismos que son generados por máquinas (imágenes de video grabadas en las calles, ubicación del GPS, señales de telefonía móvil).

Todo esto genera cada día millones de big data, de datos masivos, dispersos y sin aparentemente sin valor, pero si estos datos se analizan y organizan según una estructura de interés para los vendedores pueden llegar a ser un importante activo comercial que les permite segmentar a sus clientes clientes.

El concepto big data se define por 3 variables que empiezan por v (volumen, variedad y velocidad de los datos), a las que en ocasiones se añaden 2 v más (veracidad y valor de los datos). Su propósito es convertir datos en información más o menos estructurada y filtrada que facilite (a quien la tiene) la toma de decisiones, en general sobre su oferta comercial extraer valor de estos datos para conocer mejor a los clientes, analizar el pasado y hacer predicciones de futuro. 

Muchas veces nos graban "por seguridad" las conversaciones telefónicas que mantenemos con nuestro banco o empresa de telecomunicaciones. Pero la grabación nunca está en nuestro poder. Es una demostración de la asimetría existente en la privacidad de los datos ¿Quién es el propietario de esa información sobre nosotros y nuestro consumo? En una entrada anterior sobre los contadores inteligentes se exponía otro ejemplo flagrante de asimetría.

Los usuarios de esta información estructurada son entidades financieras (aseguradoras, crédito), administraciones públicas (gobiernos, hacienda, fraude, educación, sanidad, seguridad ciudadana, tráfico) o empresas (fabricantes, distribuidores, energía, comunicaciones).

El big data no es una moda informática más, ya que este análisis y comercio de información personal puede plantear cuestiones éticas sobre confidencialidad, transparencia o discriminación. Como ciudadanos, como consumidores y como votantes debemos ser conscientes de que el big data es la información que todos (empresas y administraciones) quieren tener sobre nosotros, de que constantemente vamos dejando pistas y de que nada cae en saco roto y que nuestra promiscuidad en facilitar datos puede ser utilizada para insistir en pesadas propuestas comerciales personalizadas que -sin haberlas solicitado- nos llegan vía teléfono y/o mensajes y/o correo electrónico.

Para llegar a esto hace falta interpretar, ser capaces de extraer conclusiones a partir de esta marea de datos. Esto está dando pie a nuevas profesiones emergentes como científico de datos. Para esta profesión de futuro hace falta saber de informática, de psicología y de sociología, conocer bien el negocio y, sobre todo, saber hacerse las preguntas adecuadas

Solo dentro del concepto de big data es posible comprender el valor económico de aplicaciones como WhatsApp, comprada por una millonada por una red social. El poder y el valor de empresas como Google (la que aloja los contenidos de este blog) radica en obtener millones datos, procesarlos y usar o vender esta información estructurada, con fines comerciales, al margen de los intereses de los ciudadanos.

1 de diciembre de 2016

Propuestas para un mercado común eléctrico

Una de las carencias de la Unión Europea (libre circulación de personas y bienes) es la falta de un mercado eléctrico único para toda la UE. La existencia de 20 mercados eléctricos nacionales es un claro despilfarro. Tras décadas de retraso, una de las 10 prioridades del actual equipo de gobierno de la Comisión Europea es la Unión de la Energía, un mercado más integrado, interconectado y seguro.

Tras publicar hace un año el nuevo paquete de economía circular, con objetivos fijados para el año 2030 y tras el acuerdo de París (Diciembre de 2015) para frenar el calentamiento global, que confirmó este planteamiento, la Comisión Europea ha dado a conocer las directrices propuestas para la transición del mercado eléctrico en la UE. La descarbonización de la economía de la UE -que se ha propuesto reducir sus emisiones de CO2 en un 40% hasta 2030- pasa necesariamente por una reforma del mercado eléctrico.

Los objetivos ya fijados para 2020 se complementan con nuevos objetivos para 2030. El % de la energía renovable sobre el total de la energía eléctrica consumida en la UE fue del 16% en 2014, el objetivo para 2020 es del 20 % y para 2030 es del 27%, en línea con los objetivos del Acuerdo de París.

Esta revisión pretende volver a situar a la UE en el primer plano de las energías limpias y contempla un futuro mercado eléctrico con mayor proporción de energías renovables (intermitentes en el caso de la energía solar y eólica), con nuevas tecnologías de gestión eléctrica (contadores y redes inteligentes), con una mayor electrificación de la sociedad (con el despegue del vehículo eléctrico), con una mayor participación de los consumidores y con nuevos agentes, como los agregadores de demanda.

Para ordenar el desarrollo de las energías renovables se pasa de incentivo basado en primas a la producción eléctrica a un mecanismo de subastas competitivas, de forma que se llevarán a cabo los proyectos capaces de ofertar los precios más competitivos (el mejor postor).

Otra de las novedades es que las centrales de energías renovables pierden la prioridad en la inyección a la red eléctrica que hasta ahora tenían frente a las centrales de energías renovables. 

Una de los desarrollos clave en este futuro mercado con un gran peso de la generación eólica y solar es el almacenamiento de energía eléctrica (baterías y otros desarrollos), que va a permitir superar la histórica limitación de tener que adaptar la oferta a la demanda eléctrica.

Con objeto de fomentar la competencia, la próxima normativa no va a permitir -salvo contadas excepciones- que las empresas de transporte y distribución de electricidad (actividades reguladas) estén presentes en la actividad del almacenamiento de energía eléctrica. Ni tampoco va a permitir a las distribuidoras la actividad de recarga de vehículos eléctricos. 

Y en línea con este aumento de la competencia se pretende impulsar la actividad de los agregadores de demanda, una empresas intermediarias que gestionan la demanda de numerosos consumidores eléctricos y a la vez prestan servicios auxiliares al mercado eléctrico.

También se fomenta que los ciudadanos puedan generar, almacenar, consumir y vender su propia energía eléctrica renovable, a fin de abaratar la factura eléctrica en los hogares. 

En relación con la eficiencia energética los objetivos vinculantes para 2020 son de una mejora del 20% y para 2030 del 30%. La gran apuesta para ello es la adaptación y rehabilitación del parque edificatorio existente, un potente yacimiento de empleo. También se pone el foco en la descarbonización de las instalaciones de climatización, con una clara apuesta por el fomento de las energías renovables para la calefacción o refrigeración de edificios.

En total se preve movilizar anualmente del orden de 177.000 M€/a de inversión pública y privada a partir de 2021, generar hasta el 1% del PIB en la próxima década y crear unos 900.000 puestos de trabajo.

Estas medidas ponen en entredicho los parches normativos vigentes en España, dictados según los intereses de las compañías eléctricas, que se recogen en el controvertido RD que torpedea el autoconsumo eléctrico

Las propuestas se completan con un plan de refuerzo de las interconexiones eléctricas y gasistas.


Estas propuestas aún deben ser validadas por el Consejo y el Parlamento Europeos, por lo que aún queda un recorrido importante. Si finalmente sale como apunta no pinta mal, aunque aún se mantienen viejos tics del siglo XX, como mantener las subvenciones a los combustibles fósiles (pagos por capacidad a las centrales basadas en gas natural, siempre que se mejore un determinado ratio de emisiones de CO2 por kWh).


21 de noviembre de 2016

Viernes negro

Nos acercamos al último viernes de Noviembre y con ello a la gran orgía consumista de compras previas a las Navidades, cuyo detonante es el viernes negro (black Friday). 

No cabe duda de la gran influencia de todo tipo que ejercen los EEUU sobre el resto del mundo. EEUU es una nación joven, con menos de 250 años de existencia como país independiente, que hace 150 años combatía y colonizaba a los indios nativos y que desde hace 100 años es -nos guste o no- la primera potencia mundial.

Un país con tan poca historia, comparando con la vieja Europa, vive aferrado a sus escasas tradiciones. Su calendario refleja algunas tradiciones agrícolas de hace más de 2 siglos. Por ejemplo, la fecha de las elecciones presidenciales es el primer martes después del primer lunes de Noviembre, para dar tiempo a colonos desplazados a trabajar en la cosecha a regresar a su base electoral (inicialmente tan solo podían votar los propietarios de tierras).

En el siglo XX los estadounidenses rescataron a Europa en las dos guerras mundiales y desde entonces ejercen el liderazgo de la economía planetaria. Tras la segunda guerra mundial el país multicultural asentó su economía capitalista productiva, y apostó por incentivar el consumo, desarrollando la disciplina del marketing. A España los EEUU le sacaron de la autarquía económica franquista a cambio de instalar sus bases militares (y de paso colonizar nuestras mentes). Desde entonces, hace casi 60 años se tiene una relación de muy dispar en la sociedad española hacia todo lo estadounidense.

Además de su liderazgo en lo económico y en lo político, EEUU ejerce desde hace décadas una gran influencia cultural en toda Europa, difundiendo las bondades del american way of life por medio del cine, la música folk, el jazz, el rock&roll, la música pop, los hippies, la coca-cola, las hamburguesas y demás comida basura, la informática y el software (con los gigantes Microsoft, Apple, Google, etc), Silicon Valley y otras modas.

Hasta hace un par de décadas había en España una cierta resistencia sociológica hasta adaptar fenómenos novedosos llegados desde otras culturas. La prueba es que en la España finisecular la adopción de Internet tardó del orden de 10 años. Sin embargo, desde la generalización de lo digital los nuevos fenómenos penetran y calan con mucha mayor velocidad. Uno de los efectos de la globalización es la generalización de costumbres y la importación de hábitos novedosos, sobre todo en cuanto a consumo (marketing). En España se siguen con gran intensidad algunas modas llegadas de fuera (Santa Claus, Halloween, Black Friday) sin conocer los por qués.

El calendario estadounidense es muy “tradicional” y enlaza una fecha de celebraciones familiares. Así, el cuarto jueves de Noviembre celebran el día de acción de gracias (Thanksgiving day), un fiesta secular donde las familias viajan y se reúnen en celebraciones de origen religioso para agradecer las cosechas obtenidas -aunque ahora se agradece el hecho de haberse podido reunir todo el grupo familiar un año más-. A esta fecha (jueves) se le ha añadido desde hace unas décadas otra fecha (viernes) dedicada a las compras navideñas. Con toda la familia reunida, en un viernes que se suele tomar como puente festivo, puede tener sentido un arrebato consumista en el país del consumismo. 

Este culto se realza por ejemplo mediante grandes desfiles en Nueva York, organizados por una famosa cadena de grandes almacenes. Con grandes descuentos para dar comienzo a la campaña de consumismo navideño, esta gran locura consumista del viernes negro, con unas ventas de 4.500 millones de dólares en los EEUU y de 2.000 millones de libras en el Reino Unido es, desde hace más de 10 años, el día de más volumen de compras en todo el año. 

En la Europa continental las compras navideñas empezaban en Diciembre, dependiendo del calendario, y duraban unas dos semanas antes de las Navidades. Tiene su lógica que empresas estadounidenses (Amazon, Apple) traten de vendernos sus formatos de consumo; lo que no tiene tanta lógica es que se los compremos con tanta facilidad.

En España esta moda importada que llegó en 2012 de la mano empresas de compra por Internet, no tiene los espectaculares descuentos ofrecidos en los EEUU, pero sí tiene más duración, ya que el viernes negro (compras compulsivas físicas en grandes superficies y franquicias) va seguido del lunes cibernético (compras compulsivas por Internet), con un fin de semana híbrido de compras compulsivas físicas y digitales por medio 

Es muy posible que parte del éxito de este fenómeno se deba a la situación de consumo refrenado en una gran parte de la población debido a la crisis económica. Es evidente que las empresas que promueven esta orgía ganan dinero con ella, por su economía de escala, y que el impulso para la compra masiva es la sensación de ahorro. ¿Y por qué ganan dinero los comercios ofreciendo estos descuentos tan llamativos? Porque consiguen prolongar la campaña de compras navideñas. Hay estudios que muestran que solo un tercio de estas compras del viernes negro corresponden a un adelanto del consumo navideño, por lo que dos tercios de estas compras suponen nuevo consumo. Así que el viernes negro no elimina el resto de compras navideñas, sino que es un consumismo adicional al ya desenfrenado consumismo navideño. Nos lanzamos a comprar porque “toca”: nos lo han vendido y se lo hemos comprado. En 2015 se gastaron en España 1.200 millones de euros, sobre todo en artículos de moda y electrónica de consumo. España (con un desempleo de más del 20%) es, tras el Reino Unido, el país europeo con mayor volumen de ventas en el viernes negro.


A ver cuánto tardamos en adoptar el día de acción de gracias estadounidense, no para agradecer la cosecha obtenida ni el poder reunir a toda la familia, sino para ir de compras con las tripas llenas de pavo.

La moda del viernes negro supone además una nueva vuelta de tuerca al pequeño comercio de barrio, que también espera mejorar su negocio con las ventas navideñas. Como reacción al viernes negro, el viernes previo, el tercer viernes de Noviembre, ha sido declarado día sin compras. 

Puede que haya dudas sobre si el nombre de viernes negro se debe a que las cuentas de los comercios pasan de estar en números rojos (pérdidas) a estar en números negros (beneficios), o bien a la denominación de la policía de Filadelfia debido a los atascos de tráfico en los alrededores de los centros comerciales el día siguiente al de acción de gracias. Lo que no ofrece dudas es que esta nueva moda será un viernes negro para los contenedores y vertederos, que se llenarán de textiles y de aparatos electrónicos en perfecto estado de uso, descartados por el sinsentido de las ofertas irresistibles.

Como reacción a este despropósito han surgido algunas iniciativas muy interesantes. En Bilbao se ha creado el Fair Saturday, donde grupos de artistas de distintos géneros ofrecen sus actuaciones a los ciudadanos, cobrando un precio simbólico que se destina a proyectos sociales. En sus pocos años de vida esta idea se está extendiendo por muchas otras ciudades. Que cunda el ejemplo. 

2 de noviembre de 2016

Ciudadanos y sostenibilidad

Llevamos toda una generación oyendo hablar de sostenibilidad, desde hace casi 30 años a raíz del informe Bruntland. En boca de algunos dirigentes políticos se ha abusado del uso de este término (con un gran empacho durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en España) y en general la ciudadanía lo vemos como algo abstracto y no tenemos una idea muy centrada del significado concreto del concepto de sostenibilidad.

Resumiendo, la idea de desarrollo sostenible es todo el conjunto de actuaciones que nos permitan desarrollarnos hacia un futuro en condiciones, en el que seamos capaces de convivir en armonía con los sistemas naturales y con los sistemas humanos.

Los ciudadanos tenemos en nuestras manos definir nuestro estilo de vida y decidir pasar a ser dueños de nuestra propia existencia, de nuestro futuro común. Para ello resulta clave la idea de la participación ciudadana y de tomar decisiones colectivamente, ya que si estas decisiones las toman otros (políticos, lobbys empresariales) serán nuestros hijos quienes paguen las consecuencias.

Es evidente que los dirigentes políticos,a todos los niveles, podrían hacer más cosas pero, en general, sus actuaciones están mediatizadas por la idea del poder, por lo que la idea de servicio público está relegada. Los políticos no dejan de ser ciudadanos que temporalmente ejercen un cargo público, desde el cual deben definir el futuro de la mano de los ciudadanos.

Una forma telegráfica de trasladar a la ciudadanía la idea de la sostenibilidad es que nuestro planeta, el único que tenemos, está en una situación con muchos límites marcados, cuya consecuencia se puede sintetizar en:

- Que la atmósfera se está viendo alterada, por lo que o actuamos o el clima cambia
- Que muchos recursos que nos da la naturaleza se están agotando

Estos límites están expuestos, entre otros muchos científicos, por la economista británica Kate Raworth, autora del modelo del donut de los límites planetarios, por lo que o frenamos y nos reorganizamos o llegamos a una situación irreversible al agotar los sistemas naturales que nos dan soporte.


Para ser ciudadanos sostenibles tenemos que cambiar nuestra conducta consumista compulsivos para que se regeneren los sistemas naturales y cambiar nuestra conducta individualista para que se regeneren los sistemas humanos. Las tres patas del concepto de sostenibilidad son la medioambiental (que tiene que ver con los sistemas naturales), la social (que tiene que ver con los sistemas humanos) y la económica (que tiene que ver con ambos). 

La esperanza está en que seamos capaces de cambiar el chip colectivamente, en que tomemos partido mediante una acción ciudadana que nos permita ser dueños de nuestra propia existencia. Existen tres ámbitos en los cuales la reducción de su impacto sí está en manos de la ciudadanía, y son nuestras pautas de consumo en cuanto a alimentación, a uso de viviendas y a transporte privado. Si este esfuerzo ciudadano llega a generalizarse se podrán conseguir grandes avances en pocos años, antes de llegar a situaciones irreversibles. De no ser así estaríamos abocados al abismo.

17 de octubre de 2016

Los edificios como centrales eléctricas

En artículos previos de este blog hemos visto cómo una buena parte del consumo de energía eléctrica tiene lugar en nuestros edificios, ya sean residenciales, terciarios o escolares. También hemos visto cómo hay un gran despilfarro energético en nuestros edificios, por carencias constructivas o por deficiencias en su estado de conservación.

Las Directivas sobre edificios (Directiva 2010 / 31) y sobre eficiencia energética (Directiva 2012  27) apuntan a la vivienda como uno de los sectores en los que hay que intervenir de forma decidida para cumplir con los objetivos de la estrategia Europa 2020.

En esta asunto, como en muchos otros, hay países que llevan años con las pilas puestas y países que aún están a la espera de tomar decisiones (aquí estamos nosotros). Se ha definido los que es un edificio de consumo energético casi cero (NZEB) como aquél que ha adoptado todas las medidas para reducir su consumo al mínimo y que cubre su demanda energética con energías renovables generadas in situ.

Esto apuntala el concepto de generación distribuida y marca el inicio de los edificios como  centrales generadoras de energía eléctrica. Pero la generación distribuida, unida a otros conceptos como los contadores inteligentes, las redes inteligentes, debe estar amparada por un escenario normativo propicio y coherente, y una de las muchas carencias de nuestra Unión Europea es la falta de una política energética común.

En este caldo de cultivo, la España sin gobierno, heredera de un Gobierno con una política energética muy desafortunada, es claramente uno de los países de la UE que tiene los deberes sin hacer en cuanto a eficiencia energética en el sector de la vivienda.

Existen distintas formas de generación distribuida que se pueden aplicar en entornos residenciales y de edificios: micro-eólica, micro-cogeneración, biomasa, pilas de combustible, pero la más conocida y difundida es la generación eléctrica mediante paneles solares fotovoltaicos (solar FV).


El Código Técnico de la Edificación (2006) exige en su documento base HE-4 la instalación de paneles solares FV en toda edificación de nueva obra para satisfacer una parte de la demanda de agua caliente y una parte de su demanda eléctricaSin embargo en España la energía solar FV como fuente de energía ha seguido un camino errático. Al amparo del Real Decreto 636 / 2007 florecieron los huertos solares por todo el país, atraídos por unas tarifas elevadas (que reflejaban los costes de generación solar FV de aquel momento). El Gobierno de turno falló estrepitosamente en cuanto a planificación y las altas tarifas se tuvieron que pagar a mucha más potencia solar FV “campestre” de la necesaria. Esto -junto con el lobby energético de las puertas giratorias- ha sido el desencadenante del desaguisado normativo eléctrico que ha experimentado España en los últimos años.


Así, dentro del mensaje oficial de que “las energías renovables son caras”, el fomento de la generación distribuida ha quedado estrangulado mediante Reales Decretos que inviabilizan soluciones como el balance neto mediante soluciones chuscas como el llamado “impuesto al sol”. Sin embargo, la generación distribuida mediante paneles solares fotovoltaicos instalados en tejados de edificios residenciales, terciarios o industriales es una de las vías imprescindibles para conseguir los objetivos fijados cara a 2020 y más allá.

Y frente al mantra del Gobierno de que no nos podemos permitir las energías renovables por ser “caras” hay muchos mensajes capaces de rebatir estas afirmaciones, en base a información transparente y contrastada.

La instalación de paneles solares en los techos de edificios ayuda a los barrios y a las ciudades a evitar el coste (creciente) de los combustibles fósiles, su contaminación atmosférica y sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).  

La reducción de costes de generación solar FV hace que en muchos países se haya alcanzado ya la denominada paridad de red, es decir, que al consumidor le cuesta lo mismo generarse su propia electricidad que comprarla a una empresa eléctrica. Como la energía solar FV se genera de día (cuando hay sol, aproximadamente entre las 09.00 y las 16.00 h) y en consumo en los hogares tiene su punta al atardecer (entre las 19.00 y las 21.00 h), existe un desfase entre punta de generación y punta de demanda. Este desfase se puede corregir por dos vías:

- una vía técnica, la acumulación de la energía, mediante instalaciones de baterías
- una vía administrativa, mediante el balance neto  (pago al propietario de los paneles solares FV por la energía excedente suministrada a  otro consumidor en las inmediaciones)  

La primera de las vías lleva tiempo en desarrollo, y se podría ver impulsada con el avance del vehículo eléctrico. La segunda vía lleva años bloqueada en España debido a intereses espurios del lobby eléctrico, que es quien sale perdiendo con el avance de la generación distribuida.

Existen múltiples casos en las que la energía solar FV aporta valor real, lo que debiera ser tenido en cuenta por los entes independientes, por la clase dirigente del país y por las compañías eléctricas, cada vez menos ancladas en su concepto centralizado de hace 100 años. El resumen de las muchas ventajas de la mayor integración de la energía solar FV en la red eléctrica se indica a continuación:

- la generación de energía eléctrica a partir del sol supone una fuente de energía que prácticamente no produce emisiones de GEI
- la generación distribuida descentraliza la red eléctrica, protegiendo así a los consumidores de una zona de los problemas surgidos en otras zonas, como apagones eléctricos.
- la generación renovable evita otras inversiones para cumplir con los requisitos llegar a un 20% de energías renovables
- el precio de la electricidad solar FV tiende a ser estable a lo largo del tiempo, a diferencia de las fuertes oscilaciones del precio de los combustibles fósiles
- al generarse la electricidad solar FV cerca del punto de consumo se reducen las pérdidas de transporte y distribución en la red eléctrica
- al generarse la electricidad solar FV durante las horas diurnas, cuando la demanda eléctrica total es mayor, se evita a capacidad de potencia (centrales para producir solo en horas punta)
- el despegue del sector solar FV aplicada a edificios permitirá crear nuevas empresas y puestos de trabajo, a un ritmo mucho más alto que la media del país.

En resumen, no hay una solución única aplicable a todas las ciudades en relación con la generación eléctrica distribuida. Lo que sí está probado es que el uso de los paneles solares instalados en techos de edificios (residenciales, terciarios) suministra una energía eléctrica distribuida y no contaminante, que aporta beneficios a la sociedad, a la economía, al medio ambiente y a la red eléctrica. 

5 de octubre de 2016

El engaño de los contadores inteligentes

En los últimos años está habiendo muchos cambios normativos en busca de un mejor uso de la energía eléctrica. La normativa obliga a tener instalados contadores eléctricos inteligentes en todas las instalaciones eléctricas en 2018. El propósito es poner más información a disposición de las empresas de suministro eléctrico y de los consumidores eléctricos para poder mejorar la gestión de la oferta y de la demanda eléctrica, optimizando el sistema eléctrico en su conjunto.

Hasta ahora los contadores eléctricos, unos aparatos electromecánicos con una ruedecita que gira, han sido empleados por las compañías eléctricas para facturar a los abonados el consumo eléctrico durante un cierto período. Dentro de la indescifrable factura eléctrica se incluye una partida por el alquiler del contador.

Los avances en telecomunicaciones (TIC) han hecho posible construir una red común para el intercambio de energía eléctrica y de datos. Las redes eléctricas inteligentes (smart grids) y los contadores inteligentes (smart meters) van a suponer un cambio radical -y no solo tecnológico- en la forma en que se genere, se distribuya y se consuma electricidad e información asociada; pueden permitir al consumidor implicarse en la gestión de su demanda eléctrica. El hecho de que los consumidores eléctricos podamos saber cuánto, cuándo, dónde y cómo consumimos electricidad nos permitirá discriminar nuestro consumo por franjas horarias, y también identificar consumos fantasmas, de los que ahora mismo no somos conscientes. Con todo esto. nuestro consumo eléctrico se puede reducir del orden de un 10%. 

Así que la teoría es que si los consumidores eléctricos llegamos a saber dónde se nos dispara la factura eléctrica podremos tomar medidas para reducirla. Pero en España la realidad es otra. Existe una relación desigual entre las compañías eléctricas y sus clientes, hay una gran falta de información y de conciencia en los ciudadanos y un gran falta de transparencia, de claridad en las compañías eléctricas (facturas ininteligibles, periodicidad desigual para no poder hacer comparativas, se paga por una potencia contratada que en la práctica nunca se puede recibir porque se colapsaría la red)...

En los últimos años se han fijado fechas y se han publicado planes de sustitución de contadores, con lo que las empresas eléctricas están sustituyendo más de 20 millones de contadores eléctricos con telegestión y automatizando miles de centros de transformación urbanos. A finales de 2018 todos los contadores eléctricos deben ser digitales y capaces de enviar lecturas a distancia (con telemedida o telegestión).

Nos están cambiando nuestros contadores analógicos -que registran el consumo para que las eléctricas nos facturen- por unos flamantes aparatos que tienen memoria y que son programables y que tienen memoria para registrar consumos históricos. El propio contador hace las funciones de limitador de potencia (maxímetro), siendo capaz de ajustar la potencia contratada (al alza).
La intención es que los nuevos contadores sean capaces de contabilizar consumos (energía) y potencias máximas en distintos tramos horarios (tarificadores) para incentivar el ahorro y poder orientar el consumo hacia los períodos de menos demanda (noches, fines de semana, festivos).

A partir de Abril de 2015 ha habido un nuevo cambio normativo para poder facturar según el precio de la energía eléctrica vigente en cada hora. Para ello los consumidores necesitan tener contadores con telegestión y con discriminación horaria operativos (aún en pruebas)

El control de la información sobre el consumo eléctrico registrada en los contadores inteligentes puede estar en manos de la compañía eléctrica, del consumidor o de ambos. Cada contador está conectado a un concentrador que se comunica con la compañía eléctrica a través de la propia línea eléctrica. De esta forma la compañía eléctrica sabe para cada contador, en todo momento, el consumo, los horarios, las puntas de consumo, los consumos en horas punta y en horas valle no se les escapa ni un amperio

Las compañías eléctricas nos han publicitado las ventajas de estos nuevos contadores: lectura real (durante años nos han facturado por lecturas irreales), realizar las operaciones sin molestias, mayor información (¿para quién?), más rapidez (en facturar), mejor servicio (¿?).

Están claras las ventajas para las compañías eléctricas: se ahorran los gastos de lectura, tienen acceso a información mucho más detallada y completa sobre la demanda de sus clientes, controlan mejor el fraude, se les facilita el corte remoto del suministro, se les agiliza la tarea comercial (altas, modificaciones). ¿Y cuáles son las ventajas para los consumidores? Sólo que las lecturas serán más precisas y no habrá lecturas estimadas (a no ser que se averíe el contador).

La realidad es que esta posibilidad teórica de intercambio de datos en ambas direcciones ha quedado limitada en la práctica, debido a los aparatos elegidos que nos están instalando hacen muy difícil que los consumidores puedan acceder a la información sobre su consumo. Son muy distintas las formas en que esta información llega a las compañías eléctricas (completa y actualizada cada 20 segundos, rayando en la privacidad) y a los consumidores (una caja negra), por lo que unos pueden actuar sobre la oferta (conocen todas las pautas de consumo) y otros no son capaces de actuar sobre la demanda al no poder extraer la información contenida en su contador.

En la elección de los contadores inteligentes que nos están instalando, las compañías eléctricas se han limitado a cumplir estrictamente con lo indicado en la normativa. Así que, tras más de 2 años de sustituciones de millones de contadores inteligentes, la información registrada en los equipos de medida instalados resulta inaccesible para los consumidores. Solo tenemos acceso a una “caja negra” (en el cuarto de contadores) con unas lucecitas ininteligibles, por lo que seguimos sin saber nuestro consumo instantáneo, ni el acumulado, hasta que nos llega la factura, con la periodicidad que le parece oportuna a la compañía eléctrica.

Para poder hacer una gestión activa de la demanda eléctrica y así racionalizar el consumo hace falta contar con los contadores adecuados, con una legislación adecuada (que tenga en cuenta los intereses de los ciudadanos) y con una sensibilización ciudadana para, una vez extraída la información del contador, aprendamos a utilizarla en función de nuestros intereses, ya que las empresas eléctricas velarán por los suyos. 

Este cuento de los contadores inteligentes es un paso atrás, una oportunidad perdida para actuar de forma informada sobre la demanda eléctrica, una muestra más de la inercia y del poder de los aprendices de brujo. Incluso es posible que, con su poder mediático, nos vendan en breve apps de pago, con el pago de cuotas mensuales “para ahorrar”, para poner nuestra disposición la información sobre "nuestro" consumo eléctrico registrada en "nuestros" contadores, esos aparatos tan inteligentes que ellos han elegido para instalarnos. 

25 de septiembre de 2016

Reciclaje social

Nuestra sociedad moderna está estratificada entre favorecidos y desfavorecidos. Con la crisis económica el número de desfavorecidos, personas sin aspiraciones de progreso, ha subido hasta el 30%. Los desfavorecidos son grupos de personas que forman colectivos en riesgo de exclusión social, al estar excluidos del mercado laboral y con difícil acceso a productos básicos (alimentación, vestido, etc).

Teniendo en cuenta a estas personas y la necesidad de un cambio de hábitos de consumo que acabe con el actual derroche y despilfarro, han surgido distintas iniciativas sociales, que han demostrado la viabilidad de innovaciones sociales y ambientales.

Estas iniciativas actúan recogiendo productos de consumo en desuso (ropa usada o alimentos que habitualmente terminan en un vertedero) y canalizándolo en dos flujos: un flujo directo destinado a su reutilización por parte de grupos de personas desfavorecidas, y un flujo indirecto destinado a su reciclaje en forma de productos de menor calidad (downcycling).

Son relativamente conocidas las tiendas de ropa de segunda mano (gestionadas por voluntarios de Cáritas u otras ONGs) en  las cuales se puede entregar ropa en desuso para ser clasificada y aprovechada (venta a precios asequibles) por personas con dificultades de comprar en los canales de textil convencionales. Los donantes deben clasificar la ropa usada que entregan en directamente aprovechable o en reciclable.

Una extensión de este concepto, con inclusión de abundantes puestos de trabajo, es por ejemplo, la entidad Koopera, que parte de una red de contenedores para la recogida de textil (ropa, calzado), libros o juguetes. Este material es clasificado en una planta centralizada y posteriormente distribuido y vendido en tiendas propias de productos de segunda mano ubicadas en diversas localidades.

Otra iniciativa lanzada en Cataluña es Espigoladors, que a partir de restos de alimentos en buen estado (en este caso frutas y verduras) ha creado una empresa social dedicada a la recogida de frutas y verduras descartadas (ya sea por excedentes de cosechas o no vendidas en supermercados por antiestéticos), pero siempre aptas para su consumo y con igual valor nutricional. Igual que en el caso de la ropa se han establecido dos flujos. Un primer flujo se lleva directamente a entidades sociales (bancos de alimentos, etc) que gestionan el acceso a la alimentación de colectivos en riesgo. El segundo flujo se dedica a su transformación para elaborar nuevos productos (mermeladas, zumos, salsas, cremas, conservas) que se comercializan bajo la marca “es im-perfect”. De esta forma, por una parte se crean puestos de trabajo en la recogida y en la elaboración y se facilita el acceso a frutas y verduras a grupos desfavorecidos.

La carta de principios de la economía solidaria establece 6 principios: equidad, trabajo, sostenibilidad ambiental, cooperación, sin ánimo de lucro y compromiso con el entorno. Alrededor de estos principios se han creado distintas entidades, que ofrecen modelos perfectamente reproducibles en otros territorios.


Los ejemplos mencionados, junto con muchos otros, son muestra de un nuevo tipo de consumo, accesible para los más desfavorecidos, de una economía social y solidaria que no deje caer a las personas y las ponga en el centro.

Estas entidades de recuperación de residuos y de inclusión social son claramente merecedoras de un mayor reconocimiento público. Si su fomento va acompañado de campañas de concienciación para no derrochar productos de primera necesidad daremos pasos relevantes en la buena dirección, además de sentir que nuestras pequeñas actuaciones son capaces de cambiar el mundo, a mejor.


9 de septiembre de 2016

Predicciones erróneas sobre innovaciones (III)

Para cerrar este repaso veraniego a errores en las predicciones sobre el éxito futuro de algunas innovaciones técnicas, las más recientes están referidas a la TV y el ocio, a la carrera espacial, a la informática y las TICs. Algunos de estos fallidos profetas más cercanos en el tiempo nos resultan más conocidos que los más remotos.

Las primeras emisiones públicas de TV tuvieron lugar en los años 30 del siglo XX. El diario New York Times opinaba en 1939 que “La familia promedio no tiene tiempo para estar sentada durante horas mirando el televisor, ese es el gran problema de la televisión”. Por su parte, Darryl Zanuck, vicepresidente de la productora cinematográfica 20th Century Fox, afirmó tajantemente en 1946 que “La televisión no será capaz de aguantar en ningún mercado que consiga capturar después de que pasen 6 meses. El motivo es que la gente se cansará enseguida de estar mirando todas las noches a una caja de madera contrachapada”. Mark Somerville, pionero de las emisiones de radio educativas, opinaba lo mismo en 1948: “La televisión no durará. Es flor de un día”.

Robert Goddard fue un científico estadounidense, pionero de la era espacial, cuyo equipo consiguió lanzar  34 cohetes entre 1926 y 1941. En 1919 publicó su obra “Un método para alcanzar altitudes extremas”, hoy considerado un texto relevante de la ciencia del siglo XX, pero en su momento muy criticada por la prensa.  Un editorial de New York Times de 1921 afirmaba que “El profesor Goddard no conoce la relación entre acción y reacción y la necesidad de contar con algo mejor que el vacío contra lo que reaccionar. Parece carecer del conocimiento básico que se imparte a diario en los institutos”.  Tras los primeros éxitos de Goddard, el New York Times insistía en su escepticismo, afirmando en 1936 que “nunca un cohete podrá salir de la atmósfera de la Tierra”.

Y siguiendo con los cohetes, ya en los años 50, en plena fiebre espacial, Arthur Summerfield, presidente del US Postal Service, afirmaba con gran convicción en 1955: “Antes de que el hombre llegue a la luna, nuestro correo postal será entregado en unas horas desde Nueva York hasta California, Inglaterra, India o Australia mediante misiles guiados. Nos encontramos en el umbral del correo por cohete”. 

Otra pifia predictiva, esta vez en sentido contrario (negando lo que más tarde sucedió) es obra de Tunis Augustus Craven, comisionado de la FCC estadounidense, que afirmó en 1961 “No hay prácticamente ninguna posibilidad de que los satélites espaciales se utilicen para proporcionar un mejor teléfono, telégrafo, televisión, radio o servicio de comunicaciones dentro de los EEUU".

El mundo de la computación está lleno de grandes innovaciones y también de muchas predicciones erróneas. Thomas Watson, fundador y presidente de IBM afirmó en 1943 “Creo que existe un mercado mundial para tal vez… 5 computadoras… y 5.000 máquinas (foto)copiadoras”. Por su parte, la revista científica estadounidense Popular Mechanics, analizando la implacable marcha de la ciencia, publicaba en 1949 que “Las computadoras del futuro podrían llegar a pesar poco más de una tonelada y media. El mismo año John von Neumann, matemático estadounidense de origen húngaro, aseguró que “Parece que estamos llegando al límite de lo que es posible obtener mediante la tecnología de las computadoras”. En sentido contrario se manifestó en 1957 el editor encargado de libros de negocios de la editorial Prentice Hall al asegurar “He viajado por todo lo largo y ancho del país y he hablado con las personas más preparadas, y puedo asegurar que el procesamiento de datos es una moda pasajera que no durará más de un año”.

Stanley Penn, periodista del Wall Street Journal, opinó en 1966 que “Pese a la tendencia a aparatos cada vez más compactos y de menores costes parece improbable que a corto – medio plazo cada persona tenga su propio ordenador”. En la misma línea argumentaba en 1977  Ken Olson, presidente, fundador de Digital Equipment Corp, empresa fabricante de ordenadores, argumentando contra el PC. “No existe razón alguna para que alguien quiera una computadora en casa”.

Cuando Andreas Pavel, el inventor del walkman propuso en 1972 el “cinturón estéreo”, los informes dejaron claro que el invento no tenía sentido: “¿Quién va a querer ir por la calle con música en los oídos, sin poder escuchar el sonido que le rodea?”.

La empresa Microsoft es un referente mundial en avances informáticos para ordenadores personales, y también en rutilantes afirmaciones, algunas de las cuales han resultado fallidas. En 1981 Bill Gates aseguró que “Nadie va a necesitar más de 637K de memoria para un PC; 640K deberían de ser suficientes para cualquiera”. Al año siguiente IBM opinó que “100 millones de dólares es demasiado dinero a pagar por Microsoft”.

Robert Metcalfe, fundador de 3Com, opinó en 1995: “Internet va a tener una evolución espectacular, pero en poco tiempo se va a colapsar catastróficamente... Si me equivoco me comeré mis palabras”. Durante una conferencia sobre la World Wide Web en 1997, Metcalfe empleó un procesador de alimentos para licuar una copia del artículo con su predicción fallida y se la bebió.
   
En una entrevista en la revista Rolling Stones en 2003, Steve Jobs dijo que las suscripciones musicales estaban condenadas al fracaso. “El modelo de suscripciones para comprar música es una bancarrota”. Unos años más tarde los servicios de suscripción de música se habían hecho tan populares que Apple lanzó Apple Music.

Los nuevos productos y las nuevas predicciones fallidas han continuado presentes en el mundo de las TIC. Bill Gates aseguró en 2004: “En un par de años habremos resuelto el problema del spam (correo basura)”. Pero Gates se vió ampliamente superado por su sucesor al frente de Microsoft, Steve Ballmer, quien en 2007, poco después de que Steve Jobs anunciase el iPhone de Apple, tratando de promocionar los aparatos más baratos de Microsoft dejó las siguientes perlas: “(el iPhone) es el teléfono más caro del mundo… Y no vale para los usuarios de negocios porque no tiene teclado, lo que hace que sea un aparato no adecuado para correos electrónicos”. “No existe ni la más remota posibilidad de que el iPhone genere grandes ventas para Apple”. “Ahora mismo estamos vendiendo millones de teléfonos al año, mientras que Apple no ha vendido ninguno”. Otro augurio erróneo de Steve Ballmer fue en 2008: “Las apps no van a despegar nunca. Fijémonos en los hechos: nadie usa estas cosas”. También hizo predicciones fallidas sobre el éxito de Google por proporcionar el sistema operativo Android de forma gratuita, sobre Dropbox o sobre Amazon. Todo un visionario el multimillonario Steve Ballmer, incapaz de ver que también hay gente despierta fuera de su empresa...

1 de septiembre de 2016

Predicciones erróneas sobre innovaciones (II)

El siglo XX trajo multitud de innovaciones, comenzado por el automóvil y la aviación. Se considera que el primer vuelo controlado fue el protagonizado por los hermanos Wilbur y Orville Wright a finales de 1903, en un corto vuelo de un aeroplano lanzado por catapulta, en el cual consiguieron demostrar el funcionamiento del viraje y control de un avión más pesado que el aire. Este hito contradijo las tajantes predicciones hechas en los años anteriores, en medio de una carrera entre inventores europeos y norteamericanos, por parte de científicos tan eminentes como William Thompson, Lord Kelvin, matemático y físico británico, presidente de la British Royal Society, quien había afirmado que “Las máquinas voladoras más pesadas que el aire son imposibles. Ningún globo ni avión tendrán éxito en la práctica” o como Simon Newcomb, matemático y astrónomo estadounidense, quien coincidía con Lord Kelvin: “El vuelo de máquinas más pesadas que el aire es poco práctico e insustancial, cuando no prácticamente imposible”.


Incluso tras los primeros éxitos de la aviación, hubo sonados augurios erróneos, como el comentario irónico manifestado en 1911 por  el mariscal Ferdinand Foch, héroe nacional francés, profesor de Estrategia en la Ecole Superieure de Guerre y experto en artillería: “Los aviones son unos juguetes interesantes, pero no tienen ningún interés militar”, o la declaración efectuada en 1933 por un ingeniero de Boeing, después del primer vuelo del Boeing 247, un avión bimotor con espacio para 10 pasajeros: “Nunca se construirá un avión más grande”.

Estos años coincidieron con el lanzamiento del vehículo automóvil, que vino a sustituir a los vehículos de tracción animal. Cuando en 1903 Horace Rackham, abogado de Henry Ford, consultó con el presidente de la caja de ahorros de Michigan sobre la propuesta recibida para invertir en la Ford Motor Company, obtuvo como respuesta: “Los coches de caballos están aquí para quedarse, mientras que el automóvil no es más que una novedad, una moda pasajera”.

Tras los espectaculares avances tecnológicos logrados por los distintos fabricantes de automóviles a comienzos del siglo XX, un fabricante alemán, felizmente anónimo, afirmó rotundamente: “El desarrollo tecnológico en el automóvil ha sido tan impresionante que no son esperables más mejoras en el futuro”.

Otros inventos de la primera mitad del siglo XX son el cine (primero mudo y luego sonoro), la radio y la televisión, sobre los cuales también hubo sonadas predicciones fallidas.

Cuando David Sarnoff propuso a algunos conocidos suyos en 1921 que inviertan en el negocio de la radiodifusión, una innovación con respecto al telégrafo con cable, obtuvo como respuesta: “La caja de música inalámbrica no tiene valor comercial imaginable. ¿Quién iba a pagar por enviar mensajes a nadie en particular?”. Sin embargo, Sarnoff vio el potencial de la radio como una forma de comunicarse con las masas, pues una persona (el emisor) podía hablar a muchos (los oyentes). Con el tiempo David Sarnoff llegó a ser un magnate de la radiodifusión, fundador de la National Broacasting Company (NBC) y dueño de la Radio Corporation of America (RCA).

Con el cine sonoro sucedió algo similar. Harry M. Warner, el mayor de los cuatro Warner Brothers, tratando de rebatir al incipiente cine sonoro, proclamó en 1927: “¿Quién demonios va a querer oír hablar a los actores?”. En cuanto a pronósticos fallidos sobre el éxito de películas de cine, en 1938 Gary Cooper, tras su decisión de no aceptar el papel protagonista en “Lo que el viento se llevó”, predijo que “Va a ser el mayor fracaso en la historia de Hollywood. Estoy encantado de que sea Clark Gable, y no yo, quien se estrelle”. 

18 de agosto de 2016

Predicciones erróneas sobre innovaciones (I)

Como contrapunto estival a nuestros ancestros certeros, en las próximas entradas se va a ofrecer una recopilación más o menos jocosa sobre predicciones fallidas sobre el éxito o fracaso de distintas innovaciones.

Desde hace dos o tres de siglos la ciencia y la tecnología empezaron a impactar en la vida cotidiana de la sociedad. Y desde entonces diversos oráculos y futurólogos -algunos de ellos  con una gran influencia religiosa- y muchos prestigiosos científicos y medios de comunicación han fallado en sus pronósticos sobre avances tecnológicos, sobre nuevas cosas posibles e imposibles.

Durante muchos siglos en Europa hubo conflictos entre la religión y la ciencia, con dogmas religiosos inmunes a la evidencia científica. Así en 1633, con objeto de "justificar" la condena de la iglesia católica a Galileo Galilei, el astrónomo italiano Scipione Chiaramonti afirmó que “Los animales, que se mueven, tienen miembros y músculos. La Tierra no tiene ni miembros ni músculos, por consiguiente no se mueve”.

El siglo XIX fue muy pródigo en inventos tangibles, y también en predicciones fallidas augurando su éxito o fracaso. Los tiempos adelantaban que era una barbaridad y se lanzaban muchas ideas, más o menos locas, de las que solo tuvieron éxito unas pocas. Los inventores buscaban apoyo financiero para avanzar y dar forma a sus inventos y surgieron algunas visiones erróneas sobre las posibilidades reales de uso de los primeros prototipos, expresadas por financieros, empresarios y científicos con más incontinencia verbal que conocimiento e información. Algunos rectificaron y corrigieron su predicción, pero otros siguieron “en sus trece”.

El profesor de Filosofía y Astronomía en el University College de Londres (UCL), Dionysius Larder aseguró en 1836 que ningún barco de vapor podría cruzar el Atlántico porque necesitaría consumir más carbón del que podría llevar a bordo; dos años más tarde (1838), el SS Great Western lo cruzaba (abriendo la ruta Bristol - Nueva York). El propio Larder también se atrevió a pronosticar en 1839: “No es posible viajar en trenes con motor de vapor a alta velocidad (más de 15 km/h) porque en los túneles los viajeros no podrían respirar y morirían de asfixia”.

Cuando en 1859 Edwin L. Drake intentaba contratar obreros para su proyecto de búsqueda de petróleo en Oil Creek (Pennsylvannia), estos le contestaron: “¿Excavar en busca de petróleo? ¿Quieres decir perforar el suelo para intentar descubrir petróleo? ¡Estás loco!”. 


En medicina y cirugía también hubo algunas predicciones erróneas, basada en prejuicios éticos. El médico británico de origen danés Sir John Eric Erichsen, cirujano mayor de la reina Victoria, afirmó solemnemente en 1873: “No pueden siempre quedar nuevos campos a conquistar por el bisturí; deben quedar partes del cuerpo humano inmunes a intrusiones, al menos a las quirúrgicas. No hay duda de que hemos llegado ya al límite. El abdomen, el pecho y el cerebro, estarán por siempre cerrados a la intrusión de los cirujanos sabios y humanos”.

En 1876 Alexander Graham Bell patentó el teléfono, tras años de trabajos previos por parte de otros investigadores. Poco antes, el abogado Rutherford B. Hayes, futuro 19º presidente de los EEUU afirmó: “El teléfono es una innovación increíble, pero ¿quién lo va a usar?”. Y poco después, ante la propuesta de Bell de venderles su patente, un informe interno de la Western Union afirmaba: “Ese aparato tiene demasiados fallos como para ser considerado un medio de comunicación serio. El teléfono no tiene ningún valor intrínseco para nosotros”. Cuando el teléfono desplazó al telégrafo la Western Union se centró en el negocio de transferencias de dinero. 

Incluso tras el éxito del teléfono en los EEUU, en Inglaterra aún había reticencias. Sir William Henry Preece, ingeniero jefe de la British Post Office afirmó: “Puede que en Norteamérica necesiten el teléfono, pero aquí no: aquí tenemos muchos recadistas”. Poco después (1892) él mismo dirigió la puesta en servicio de la red británica de telefonía.

Y para cerrar el siglo XIX, en respuesta a un artículo científico de 1899 que aventuraba qué posible inventos podría traer el nuevo siglo XX, el comisario de la Oficina de Patentes de los EEUU Charles Holland Duell respondió categóricamente: “Todo lo que se puede inventar ya se ha inventado”. 

8 de agosto de 2016

Nuestros sabios abuelos

Hay quien cree que las energías renovables son cosas de hippies y melenudos anti-sistema, una especie de utopía  rebelde surgida tras las crisis del petróleo de los años 70 del siglo XX. Algunos negacionistas del cambio climático, partidarios de seguir consumiendo combustibles fósiles siguen desacreditando a las energías renovables, con el sambenito -tan empleado en España- de que son algo caro que no nos podemos permitir.

Sin embargo, en los últimos 150 años diversas personalidades del ámbito científico, social y político, de distintos países, manifestaron en distintas circunstancias algunas creencia y profecías que afortunadamente estamos a punto de ver cumplidos casi en su totalidad.

En una conferencia sobre “Descubrimientos e Invenciones” en 1860, antes de ser el  16º presidente de los EEUU, el abogado Abraham Lincoln, afirmó que “Hasta ahora el viento es una fuerza indómita y desatada y, muy posiblemente, uno de los principales descubrimientos pendientes será cómo domarla y emplearla”.

Era la época de la conquista del salvaje Oeste y de las lecciones de sabiduría que los piles rojas daban al hombre blanco, por ejemplo mediante el proverbio: "la Tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos".

También en la misma época (1862), el escritor francés Víctor Hugo afirmó en su obra “Los miserables, volumen V”, que “si todos los excrementos humanos y animales que el mundo desperdicia se aplicasen al campo en vez de echarlos al mar, serían suficientes para alimentar al mundo”.

Hace 100 años los EEUU ya se habían convertido en la primera potencia económica mundial. En plena revolución industrial y en pleno desarrollo de la electricidad y el automóvil, en una carta a la revista Scientific American en 1914, el ingeniero y visionario estadounidense Frank Shuman, pionero de la energía solar, manifestaba lo siguiente: “La raza humana debe utilizar la energía directa del sol o volver a la barbarie…  Hemos demostrado los beneficios comerciales de la energía solar en los trópicos y también hemos demostrado que, después de que se agoten nuestras reservas de carbón y petróleo, la raza humana recibirá energía ilimitada a partir de los rayos del sol”.


En sus escritos filosóficos Under the apple trees de 1916, el naturalista estadounidense John Burroughs opinaba que “los combustibles de la Tierra se agotarán en mil años o más, y también la riqueza mineral, pero el hombre encontrará sustitutos para ellos en el viento, en las olas, en el calor del sol…”

Thomas Alva Edison fue un empresario e inventor estadounidense, autor de más de 1.000 patentes. En 1931, poco antes de morir, en una conversación con Henry Ford y Harvey Firestone, Edison afirmó que “apostaría mi dinero por el sol y la energía solar, vaya fuente de energía. Espero que no tengamos que esperar a que se agoten el carbón y el petróleo para que lo abordemos. Ojalá me quedasen más años de vida”.


Payrelal Nayyar, secretario personal de Mahatma Gandhi, cita en “Mahatman Gandhi, volume X: the last phases, part II” la siguiente afirmación del abogado, pensador y político que -con su resistencia no violenta- logró la independencia de la India: “La Tierra proporciona lo suficiente como para satisfacer las necesidades de cada persona, pero no lo suficiente para satisfacer la ambición de cada persona”   

En una lista de este tipo no podía faltar Albert Einstein. El físico estadounidense nacido en Alemania afirmó en un discurso en 1954, a los 75 años: “Para que la Humanidad sobreviva necesitaremos una forma de pensar sustancialmente distinta”.

En una entrevista on line de la revista Time en 2010, al ser preguntado por el descubrimiento científico que le gustaría ver, el científico británico Stephen King contestó: “Me gustaría que la fusión nuclear se convirtiese en una fuente práctica de energía. Proporcionaría una energía inagotable, sin contaminación ni calentamiento global”.   

Y para terminar, otro presidente de los Estados Unidos. En su discurso durante la primera sesión conjunta del Congreso en 2009, el recién estrenado 44º presidente de los EEUU (2009-2016), Barack Obama, proclamó que “para transformar realmente nuestra economía, proteger nuestra seguridad y salvar a nuestro Planeta de los estragos del cambio climático necesitamos básicamente hacer que la energía limpia y renovable sea un tipo de energía rentable”.

Ante la cerrazón de algunos dinosaurios para desacreditar a las energías renovables -entre ellos quienes gobernaron España en los últimos 10 años- refrescar la memoria con las predicciones de algunos de nuestros sabios abuelos sobre el uso de fuentes de energía renovables y la eficiencia en el uso de los recursos naturales supone un refuerzo de nuestras convicciones y una invitación al optimismo.

19 de julio de 2016

El bueno, el feo y el malo (II)

Tras el análisis de los buenos y los malos de la película, falta profundizar en los patitos feos, tratando de ver cómo encauzar y acelerar su transformación en cisnes protagonistas.

A medio espacio entre el esfuerzo de unos pocos buenos (afortunadamente cada vez más), empeñados en cambiar la situación y el afán de unos pocos malos (afortunadamente cada vez menos), empeñados en que todo siga igual, estamos los feos de la película, los ciudadanos, la gran masa social con una inmensa capacidad de influencia -que no solemos ejercer- tanto en nuestro rol de prescriptores y de electores, ya sea de gobernantes (votantes) o de productos (consumidores).

Hace un par de generaciones, dentro de las estrecheces de la época, el consumo era sensato y equilibrado. Es muy ilustrativo el ejemplo de nuestras abuelas, que ahorraban durante meses antes de comprar cualquier cosa, que mantenían los productos en uso (y en "reuso") durante el mayor tiempo posible, que hacían croquetas con las sobras de la comida, mientras que ahora nos vemos ahogados entre créditos durante meses, nos aburrimos en pocos meses de nuestros productos de consumo (incluso a veces, antes de haberlos terminado de pagar) y desperdiciamos cada día toneladas de alimentos.

Este recuerdo de una forma equilibrada de consumo (solo lo que necesitamos y nos podemos permitir) puede inspirarnos en la transición hacia nuevas formas de consumo, en la transformación de feos a guapos de una gran masa de ciudadanos concienciados, que apuntale las iniciativas de los buenos y acabe con las zancadillas de los malos de la película.

Desde la Gran Bretaña nos llega una potente fuente de inspiración, de la mano de Joss Tantram, que parte de la realidad de que en 2050 seremos 9.000 millones de habitantes en el planeta, de que sí están muy claros cuáles son los retos del planeta y de que tenemos el deber moral de “arreglar y poner en orden nuestra casa, pues vamos a tener visita”, de darles la bienvenida en vez de esperar con temor a que lleguen para tener que repartirnos “la tarta” entre más invitados. Para ello nos ofrece un trabajo, plasmado en 5 libros, donde plantea muchas cuestiones que invitan a la reflexión, sobre la base de que o bien hacemos lo mismo de otra forma o bien tenemos que hacer algo distinto.

Entre las muchas ideas que aporta está el cambio en las reglas de juego del capitalismo (¿qué valor económico le damos a un futuro sostenible?), la conveniencia de centrarnos en administrar la abundancia en vez de administrar la escasez, la complementariedad entre cambios incrementales y cambios absolutos para llegar a una transformación real, la necesidad de cambiar el modelo energético pasando a uno basado en el almacenamiento y en la gestión de la demanda, planteamientos empresariales que contribuyan a la abundancia, a la vitalidad y a la capacidad productiva del capital natural, no centrarse exclusivamente en reducir impactos, sino también en aportar positivamente...

En esta transición todos vamos a tener que dar más y recibir menos. Estas ideas provocadoras, que invitan a la reflexión rodeadas de la música con aullidos de coyote, flauta y ocarina del mejor representante del western europeo nos puede recordar la necesidad de aunar y redoblar esfuerzos para recuperar el liderazgo de la UE -actualmente tan desacreditada- en el viaje global hacia un futuro donde todos podamos vivir de forma próspera y cómoda dentro de la huella de un solo planeta.

5 de julio de 2016

El bueno, el feo y el malo (I)

Este es el título de una película italiana de 1966, rodada en España, del género spaghetti western, dirigida por Sergio Leone, con música de Ennio Morricone. En ella los protagonistas son un triángulo de personajes, personalidades y comportamientos, forzados a colaborar entre ellos, en un escenario de conflictos, de preguntas y respuestas, de duelos y razones, de búsqueda del oro. Fue un gran éxito comercial.


Al cumplirse los 50 años de su rodaje se podría establecer un símil con la actualidad, no para un escenario en el viejo oeste durante la guerra civil estadounidense, sino en un mundo globalizado y lleno de amenazas. En este entorno tenemos héroes y villanos, ejemplos de dinamismo para cambiar las cosas y ejemplos de reacción para que todo siga igual. Ambos son extremos y minoritarios. Pero también tenemos feos, un amplio espectro social que dice pero que no hace, una sociedad que vive en su burbuja consumista, llena de contradicciones, sabedora de que vamos hacia el precipicio pero que no actúa.

Entre los héroes tenemos una cantidad creciente de iniciativas empresariales dispuestas a crear modelos de negocio capaces de abordar retos reales para conseguir cambios reales en nuestra actual forma de usar los recursos y de producir, distribuir y consumir bienes y servicios. Estos nuevos modelos de negocio (economía colaborativa, economía circular) pretenden de aportar y regenerar capital natural, en vez de agotarlo y destruirlo. Hay ejemplos de fabricantes que recogen el producto una vez usado para volver a fabricar nuevos productos (Patagonia, fabricante de trajes de neopreno para surferos), de empresas que se dedican a reparar y refabricar aparatos usados (Norsk Ombruk, dedicada a reacondicionar electrodomésticos, dándoles una nueva vida útil).

Estos nuevos modelos de negocio buscan cambiar nuestras nociones de valor, huyendo del objetivo de buscar el máximo de ingresos en el mínimo de tiempo y acercándonos a la idea de proporcionar el máximo de utilidad durante el máximo de tiempo. Estos fabricantes son plenamente conscientes de que venderán menos productos nuevos, pero su modelo de negocio va a funcionar, con un retorno económico justo, dentro de los límites de la sostenibilidad ambiental y social.

Pero igual que existen héroes (los buenos) que pelean por una transición necesaria, también existen villanos (los malos) que buscan seguir como estamos, una situación que reporta a unos pocos grandes ventajas económicas a costa de inconvenientes (no solo económicos) para todos los demás. Entre los muchos casos que están provocando una contestación social (donde destacan los lobbies energéticos y las puertas giratorias), dentro de los bienes de consumo destaca negativamente los aparatos eléctricos y electrónicos, y en concreto los smartphones y tablets, cuyo crecimiento desmesurado en las dos últimas décadas ha supuesto una verdadera revolución social. Después de habernos convencido de que no somos capaces de vivir sin uno de estos aparatos, ahora nos están intentando convencer (con bastante éxito por cierto) de que no podemos vivir sin tener el último modelo, con lo que muchos de nosotros cambiamos innecesariamente de aparato cada 2 años, generando gigantescas montañas de RAEE que desde Europa exportamos a África u otros países de tercer mundo.

Los grandes fabricantes de smartphones y tablets están suscitando quejas por parte de los consumidores en cuanto a la dificultad que ponen para reparar (o dejar que otros reparen, un potente yacimiento de empleo local) estos equipos y en cuanto a sus actualizaciones de software, sospechosas de provocar la obsolescencia (relentizando deliberadamente sus prestaciones) de estos aparatos al cabo de pocos meses desde su compra.  

También la banca, tradicionalmente aliada con los grandes lobbies interesados en que todo siga igual, va a tener que definirse entre favorecer las nuevas iniciativas empresariales capaces de abordar grandes transformaciones (económicas, sociales y ambientales) o seguir, como de costumbre, priorizando los buenos valores de los activos financieros de quienes quieren que todo siga de como de costumbre.

La lucha entre buenos y malos va a tener lugar en el campo de los modelos de negocio. Por una parte (los buenos) estarán quienes combatan por innovar y optimizar nuevos modelos de negocio abordando los retos reales y dispuestos a hacer cambios reales y por otra (los malos) empresas ciegas encerradas en modelos de negocio basados en el consumo y en el crecimiento continuo, que combaten por seguir aferrados a viejos modelos de negocio que les dan -solo a ellos- dividendos económicos a corto plazo.

26 de junio de 2016

La economía circular aplicada a la edificación

La actividad del ser humano basada en la explotación y el uso intensivo de los recursos naturales es la causa de diversos impactos ambientales, como la contaminación de aguas, suelos y aire, el efecto invernadero y la generación de residuos.

El sector de la edificación es causante del orden del 40% del consumo de materias primas, del consumo de agua, de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y de los residuos generados. Debido a esta gran repercusión los gobiernos han publicado una serie de marcos normativos, de planes directores y de incentivos.

El concepto de economía circular tiene todo el sentido en el caso de productos de consumo de vida corta, pero no hay grandes referencias sobre la aplicación de estos criterios al caso de algo más complejo y duradero como un edificio.

La edificación  funciona claramente según un modelo de economía lineal. Los edificios son diseñados para una vida de, por ejemplo, 60 años, y en ocasiones pueden ser demolidos antes de este plazo, debido a intereses urbanísticos. En todo caso al derribarlo se genera un importante volumen de residuos de construcción y demolición (RCD) del que tan solo se recupera una parte. Por ejemplo, una viga de madera es triturada o empleada como combustible, el hormigón estructural se convierte en material no estructural e incluso materiales modulares como los ladrillos son machacados en vez de ser reaprovechados. Y el nuevo edificio construido en el mismo solar consume una buena cantidad de materias primas y materiales de construcción nuevos.

Este modelo lineal supone claramente un derroche absurdo y una falta de visión de futuro. El sector de la edificación tiene un elevado potencial de mejora dada su escasa innovación ambiental. Los análisis de ciclo de vida y los criterios cradle-to-cradle del arquitecto William McDonough, junto con la capacidad de innovación de muchos arquitectos inconformistas, nos deben ayudar a repensar cómo diseñar los edificios y tienen muchas ideas que aportar.  

En los últimos años, dentro del concepto de edificación sostenible, se está incidiendo en ecodiseño, en la selección de materiales y técnicas constructivas sostenibles, pero en general dentro del modelo de economía lineal. Resulta evidente que debe haber oportunidades para romper este círculo vicioso y poder ahorrar tiempo y dinero.

No obstante, la aplicación de los criterios de la economía circular a la edificación no es tan simple y directa como podría parecer. Los edificios son objetos mucho más complejos que la mayoría de los bienes de consumo y están formados por miles de componentes. Por lo tanto es preciso un planteamiento singular.

Recientemente se ha publicado un libro, escrito por David Cheshire y publicado por el Royal Institute of British Architects (RIBA), titulado Building revolutions (un juego de palabras que significa tanto revoluciones en los edificios como construyendo revoluciones). En esta obra se establecen algunos de los principios de la economía circular aplicados expresamente a la edificación, que se resumen en el siguiente gráfico:


Los tres círculos más pequeños se refieren a los edificios y muestran que la opción más eficiente es preservar los edificios existentes (retain), seguida de reparar (refit) y de rehabilitar más a fondo (refurbish).

Los tres círculos más grandes se refieren a los materiales de construcción, siendo lo prioritario el diseño de componentes que puedan ser recuperados / reutilizados, refabricados o reciclados / compostados, siendo su vertido la última opción.

Finalmente, los cinco segmentos muestran cinco principios del diseño de edificios asociados al concepto de economía circular:

- selección cuidadosa de materiales (ecodiseño)
- tener en cuenta la posibilidad de desmontaje para permitir la deconstrucción del edificio y la recuperación de componentes y materiales intactos durante su renovación o demolición
- tener en cuenta la adaptabilidad (edificios temporales, otros usos)
- evitar la generación de residuos, teniendo en cuenta todo el ciclo de vida del edificio (ecodeseño)
- construir en capas 

Uno de los principios clave que se plantea es el diseño para construir en capas. Este diseño considera que cada uno de los componentes principales del edifico (estructura, envolvente, servicios, distribución y decoración) es algo separado e independiente. Así, la estructura es el componente de mayor duración y es independiente de la envolvente (las fachadas y el tejado). Las redes de servicios constituyen una capa accesible, que se puede sustituir cuando sea necesario. La distribución (los huecos) y los accesorios y objetos decorativos son elementos de ciclo de vida corto, que se pueden cambiar a menudo.

La solución arquitectónica para los elementos de ciclo de vida corto es relativamente sencilla. Basta con emplear sistemas modulares o incluso alquilar al suministrador (en vez de comprar) los elementos constructivos, de forma que puedan ser sustituidos y devueltos para su refabricación o reutilización.

Lo más peliagudo es el criterio para los elementos de ciclo de vida más largo, como la estructura. Una posibilidad es diseñar estructuras robustas y adaptables. Otra posibilidad es admitir un ciclo de vida más corto para el edificio y diseñar su estructura teniendo en cuenta su desmontaje y reutilización.

El análisis está sujeto a diversos matices en cada caso y puede llevar a ideas muy interesantes que podrían hacer que los edificios y sus componentes puedan tener varias vidas e incluso pasar a ser un activo independiente de su emplazamiento, capaz de ser trasladado y adaptado según las necesidades cambiantes o las demandas del mercado.

Algunos ejemplos de referencia son edificios desmontables modulares, sin cimentaciones, edificios completamente desmontables capaces de sufrir varias metamorfosis  o reencarnaciones desmontando y reconstruyendo sus elementos constructivos, o un innovador parque empresarial con edificios adaptables y deconstruibles.

Queda un largo recorrido por recorrer para circularizar el sector de la edificación, pero el camino está marcado. No se trata de edificar menos, sino de edificar mejor, con una visión global y con la mirada puesta en el futuro. Se trata, en definitiva, de que los edificios no sean meros bienes de consumo, y de que también la edificación deje un legado positivo a las generaciones futuras.