19 de julio de 2016

El bueno, el feo y el malo (II)

Tras el análisis de los buenos y los malos de la película, falta profundizar en los patitos feos, tratando de ver cómo encauzar y acelerar su transformación en cisnes protagonistas.

A medio espacio entre el esfuerzo de unos pocos buenos (afortunadamente cada vez más), empeñados en cambiar la situación y el afán de unos pocos malos (afortunadamente cada vez menos), empeñados en que todo siga igual, estamos los feos de la película, los ciudadanos, la gran masa social con una inmensa capacidad de influencia -que no solemos ejercer- tanto en nuestro rol de prescriptores y de electores, ya sea de gobernantes (votantes) o de productos (consumidores).

Hace un par de generaciones, dentro de las estrecheces de la época, el consumo era sensato y equilibrado. Es muy ilustrativo el ejemplo de nuestras abuelas, que ahorraban durante meses antes de comprar cualquier cosa, que mantenían los productos en uso (y en "reuso") durante el mayor tiempo posible, que hacían croquetas con las sobras de la comida, mientras que ahora nos vemos ahogados entre créditos durante meses, nos aburrimos en pocos meses de nuestros productos de consumo (incluso a veces, antes de haberlos terminado de pagar) y desperdiciamos cada día toneladas de alimentos.

Este recuerdo de una forma equilibrada de consumo (solo lo que necesitamos y nos podemos permitir) puede inspirarnos en la transición hacia nuevas formas de consumo, en la transformación de feos a guapos de una gran masa de ciudadanos concienciados, que apuntale las iniciativas de los buenos y acabe con las zancadillas de los malos de la película.

Desde la Gran Bretaña nos llega una potente fuente de inspiración, de la mano de Joss Tantram, que parte de la realidad de que en 2050 seremos 9.000 millones de habitantes en el planeta, de que sí están muy claros cuáles son los retos del planeta y de que tenemos el deber moral de “arreglar y poner en orden nuestra casa, pues vamos a tener visita”, de darles la bienvenida en vez de esperar con temor a que lleguen para tener que repartirnos “la tarta” entre más invitados. Para ello nos ofrece un trabajo, plasmado en 5 libros, donde plantea muchas cuestiones que invitan a la reflexión, sobre la base de que o bien hacemos lo mismo de otra forma o bien tenemos que hacer algo distinto.

Entre las muchas ideas que aporta está el cambio en las reglas de juego del capitalismo (¿qué valor económico le damos a un futuro sostenible?), la conveniencia de centrarnos en administrar la abundancia en vez de administrar la escasez, la complementariedad entre cambios incrementales y cambios absolutos para llegar a una transformación real, la necesidad de cambiar el modelo energético pasando a uno basado en el almacenamiento y en la gestión de la demanda, planteamientos empresariales que contribuyan a la abundancia, a la vitalidad y a la capacidad productiva del capital natural, no centrarse exclusivamente en reducir impactos, sino también en aportar positivamente...

En esta transición todos vamos a tener que dar más y recibir menos. Estas ideas provocadoras, que invitan a la reflexión rodeadas de la música con aullidos de coyote, flauta y ocarina del mejor representante del western europeo nos puede recordar la necesidad de aunar y redoblar esfuerzos para recuperar el liderazgo de la UE -actualmente tan desacreditada- en el viaje global hacia un futuro donde todos podamos vivir de forma próspera y cómoda dentro de la huella de un solo planeta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario