19 de agosto de 2015

A vueltas con la economía circular (I): objetivos

El uso sensato y racional de los recursos naturales (la tierra, el agua, los ecosistemas, la biomasa, los alimentos y las materias primas) resulta esencial para la actividad económica mundial. La prosperidad internacional, actual y futura, pasa por un uso eficiente de estos recursos.

En paralelo a la escasez de recursos, los países del primer mundo tienen otros retos económicos, como el desempleo, sobre todo en determinados tipos de trabajos y en determinadas regiones. Es bien sabido que España es uno de los países de la Unión Europea con más altos niveles de desempleo.

Una de las formas de mejorar la eficiencia en el uso de nuestros recursos es la economía circular. Este concepto económico del ciclo cerrado, preconizado en 1982 por Walter R. Stahel, supone mantener en estado de uso a los recursos y a los productos durante el mayor plazo de tiempo posible, mediante su reutilización, su recuperación, su reparación, su refabricación y su reciclaje.  En la economía circular se puede considerar un ciclo de materiales técnicos y un ciclo de materiales biológicos. Aparte de proteger al medio ambiente, la economía circular puede suponer una valiosa contribución a la reactivación del mercado laboral.


La economía circular es una prioridad en la Unión Europea, establecida en diversos documentos de política industrial y ambiental, empezando por la “Hoja de ruta de la eficiencia de recursos [COM (2011)”, de acuerdo con la estrategia Europa 2020, la Decisión 1386 / 2013 del Parlamento Europeo “Vivir bien, respetando los límites de nuestro planeta”, la comunicación sobre política industrial “Una industria europea más fuerte para el crecimiento y la recuperación económica [COM (2012) 582]” y en la más reciente “Hacia una economía circular: un programa de cero residuos para Europa [COM (2014) 398]”.

El cambio en el equipo de gobierno de la Comisión Europea tras las elecciones de Mayo de 2014 ha supuesto la no aplicación de un plan elaborado por el anterior ejecutivo y la elaboración de un nuevo plan, supuestamente más ambicioso y que se presentará a finales de 2015, pero con independencia de las cuotas de reciclaje a alcanzar y de los lobbies de ciertos sectores, la economía circular ha llegado a la UE para quedarse.

Se puede considerar que las actividades comprendidas en el concepto de economía circular, excluyendo las entradas de energía, son las siguientes:

- Reutilización, que permite preservar la mayor parte del valor y de la energía embebida del producto (por ejemplo, reciclar un smartphone supone aprovechar el 0,24 % de su valor, mientras que reutilizarlo supone aprovechar un 48 %)
- Reciclaje en bucle cerrado, empleando fracciones de residuos para hacer nuevos productos manteniendo la calidad del material reciclado (por ejemplo nuevas botellas de vidrio a partir de vidrio residual) 
- Reciclaje en bucle abierto (downcycling), empleando fracciones de residuos para hacer nuevos productos con menor calidad del material reciclado (por ejemplo, áridos a partir de vidrio residual)
- Biorefinería, empleando residuos orgánicos para obtener pequeñas cantidades de productos químicos valiosos como proteínas o bien energía a partir de residuos.
- Reparación y refabricación, que permite ahorrar al menos el 70 % de los materiales necesarios para crear un nuevo producto
- Servitización, que consiste en añadir servicios a un producto para añadir valor, o diversas fórmulas de leasing o empleo de equipos / productos cedidos con pago por uso (fotocopiadoras con pago por copia, neumáticos con pago por km recorrido)

Estas nuevas actividades deben incluirse en cuanto a estadísticas con los códigos de actividades económicas, con una correlación semejante a la siguiente:

- Reutilización: material de segunda mano
- Reciclaje (en bucle abierto y en bucle cerrado): reciclaje y chatarras
- Reparación y refabricación: reparación de maquinaria, de electrodomésticos y de bienes de consumo
- Servitización: renting y leasing 

Mejorar la eficiencia en el uso de recursos por medio de todas estas (¿nuevas?) actividades económicas puede suponer una contribución importante a la lucha contra el desempleo. Van a dar paso al renacimiento de los talleres de reparación de aparatos electrodomésticos. También pueden dar paso a nuevas soluciones de aprovechamiento de residuos que pueden generar nuevas iniciativas empresariales mediante la colaboración público – privada.

En próximas entradas se analizará qué cosas deberían cambiarse para que estas ideas -con todas las ventajas que llevan aparejadas- puedan llevarse a cabo en los próximos años. 

5 de agosto de 2015

Ruido urbano

El ruido es la manifestación más patente de los problemas ambientales del medio urbano y es uno de los factores urbanos que más perjudica la salud de los ciudadanos. Es el único impacto ambiental que solamente afecta al hombre y que solo nos afecta en el momento que se produce.

Físicamente no hay distinción entre sonido y ruido y, en general, el ruido se define como un sonido no deseado. La presencia o ausencia de ruido es un elemento clave en la calidad de vida de las ciudades. En las últimas décadas el nivel sonoro en los distintos espacios de nuestras ciudades ha aumentado hasta niveles insostenibles. 

Los urbanitas estamos expuestos a diversas fuentes de ruido: ruido ambiental, motivado por el tráfico urbano; ruido laboral, motivado por la actividad en el lugar de trabajo y ruido doméstico, motivado por los electrodomésticos. Y además en algunas zonas de las ciudades se suma el ruido emitido por las industrias. 

El ruido urbano tiene diversos efectos adversos sobre la salud de los ciudadanos: sobre la audición, sobre el sueño, sobre las funciones fisiológicas, sobre la salud mental, sobre el rendimiento laboral y escolar y sobre la conducta y los hábitos sociales.


El ruido se propaga en forma de ondas sonoras que se mueven por el aire o por medios sólidos y/o líquidos. Para atenuar esta propagación se han aplicado medidas para absorber o reflejar las ondas sonoras mediante barreras físicas. La propagación de las ondas sonoras es un fenómeno bastante complejo. Hay fuentes de ruido puntuales (el paso de una moto, de un tren o una verbena nocturna), que se atenúan en función de la distancia con distinta velocidad que las fuentes de ruido lineales (una autovía con tráfico intenso), cuyas molestias acústicas llegan más lejos. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva desde 1980 estudiando el ruido urbano y estima que más de la mitad de la población de la Unión Europea vive en zonas de gran contaminación sonora. Debido al ruido urbano los ciudadanos evitamos las calles y nos recluimos (por trabajo, ocio o residencia) en edificios. Nuestros hábitos ruidosos (más que en el norte de Europa, nuestra cultura del ocio está asociada a la agitación sonora), nuestras muchas fuentes de ruido y un aislamiento deficiente causan miles de conflictos cada día que afectan a la calidad de vida de los ciudadanos. 

Para paliar los efectos del ruido urbano, sobre todo el ruido debido al tráfico rodado en vías con tráfico intenso, se han probado diversas medidas. Hasta los 50 km/h el sonido del motor de un coche es mayor que el sonido de rodadura de sus neumáticos sobre el asfalto. La reducción de velocidad reduce el ruido del motor. A partir de los 50 km/h son necesarias otras medidas correctivas. Estas medidas consiguen resultados parciales, aunque de forma combinada (reducción de velocidad, asfalto sonoreductor, pantallas acústicas o incluso soterramiento de las vías rápidas) los efectos pueden llegar a ser notables. 

La principal vía de entrada del ruido en un edificio es a través de las ventanas exteriores y las puertas, aunque el ruido también se filtra a través de las paredes. En general nuestros edificios tienen carencias en cuanto a aislamiento (acústico y térmico). Un buen proyecto de rehabilitación, que incluya actuaciones sobre la envolvente, puede reducir el ruido y el consumo energético, aunque si el aislamiento es excesivo, puede incitar al uso de aire acondicionado (más consumo energético y más ruido).

Los habitantes de las ciudades estamos sometidos a multitud de artefactos ruidosos, tanto exteriores como interiores: tráfico rodado (coches y motocicletas), aparatos de ventilación y climatización, maquinaria de ascensores, maquinaria de obras, sirenas, bocinas, alarmas, aviones, recogida de residuos, crean un ruido de fondo (mayoritariamente debido a la circulación lejana de vehículos a motor). Nuestros oídos se han tenido que adaptar para sobrevivir.

Han proliferado las fuentes sonoras (la principal es sin duda el tráfico) y los espacios públicos, afectados por el ruido, han ido perdiendo su función de espacio de relación social. Sin espacios libres de ruidos no hay vida ciudadana equilibrada. En algunas ciudades como Bilbao se están creando islas sonoras, espacios públicos de calidad con atenuación de ruidos empleando árboles o especies vegetales adecuadas y con la escucha de sonidos agradables.

La lucha contra el ruido urbano es complicada. Los ciudadanos y las administraciones municipales pueden actuar, pero hay muchos condicionantes que limitan el efecto de las medidas correctivas.

En la recuperación de los espacios públicos uno de los objetivos debe ser el incremento de la diversidad sonora. Para atajar el problema del ruido urbano hay que ir al problema de raíz, al tráfico rodado en las ciudades y limitar el uso del automóvil particular en las ciudades, así como fomentar el vehículo eléctrico.

La reducción del ruido urbano nos permitirá pasar de la cultura de la agitación (sonora y en otros ámbitos) a la cultura de la calma.