El siglo XX trajo multitud de innovaciones, comenzado por el
automóvil y la aviación. Se considera que el primer vuelo controlado fue el protagonizado
por los hermanos Wilbur y Orville Wright a finales de 1903, en un corto vuelo de
un aeroplano lanzado por catapulta, en el cual consiguieron demostrar el
funcionamiento del viraje y control de un avión más pesado que el aire. Este hito
contradijo las tajantes predicciones hechas en los años anteriores, en medio de
una carrera entre inventores europeos y norteamericanos, por parte de
científicos tan eminentes como William
Thompson, Lord Kelvin, matemático y físico británico, presidente de la British
Royal Society, quien había afirmado que “Las máquinas voladoras más pesadas que
el aire son imposibles. Ningún globo ni avión tendrán éxito en la práctica” o
como Simon Newcomb, matemático y astrónomo estadounidense, quien coincidía con
Lord Kelvin: “El vuelo de máquinas más pesadas que el aire es poco práctico e
insustancial, cuando no prácticamente imposible”.
Incluso tras los primeros éxitos de la aviación, hubo sonados
augurios erróneos, como el comentario irónico manifestado en 1911 por el mariscal Ferdinand Foch, héroe nacional francés, profesor
de Estrategia en la Ecole Superieure de Guerre y experto en artillería: “Los
aviones son unos juguetes interesantes, pero no tienen ningún interés militar”, o la declaración efectuada en 1933 por un ingeniero de
Boeing, después del primer vuelo del Boeing 247, un avión bimotor con espacio
para 10 pasajeros: “Nunca se construirá un avión más grande”.
Estos años coincidieron con el lanzamiento del vehículo
automóvil, que vino a sustituir a los vehículos de tracción animal. Cuando en
1903 Horace Rackham, abogado de Henry Ford, consultó con el presidente de la
caja de ahorros de Michigan sobre la propuesta recibida para invertir en la
Ford Motor Company, obtuvo como respuesta: “Los coches de caballos están aquí
para quedarse, mientras que el automóvil no es más que una novedad, una moda
pasajera”.
Tras los espectaculares avances tecnológicos logrados por
los distintos fabricantes de automóviles a comienzos del siglo XX, un
fabricante alemán, felizmente anónimo, afirmó rotundamente: “El desarrollo
tecnológico en el automóvil ha sido tan impresionante que no son esperables más
mejoras en el futuro”.
Otros inventos de la primera mitad del siglo XX son el cine
(primero mudo y luego sonoro), la radio y la televisión, sobre los cuales
también hubo sonadas predicciones fallidas.
Cuando David Sarnoff propuso a algunos conocidos suyos en
1921 que inviertan en el negocio de la radiodifusión, una innovación con respecto al telégrafo con cable, obtuvo como respuesta: “La
caja de música inalámbrica no tiene valor comercial imaginable. ¿Quién iba a
pagar por enviar mensajes a nadie en particular?”. Sin embargo, Sarnoff vio el
potencial de la radio como una forma de comunicarse con las masas, pues una
persona (el emisor) podía hablar a muchos (los oyentes). Con el tiempo David Sarnoff llegó a ser un magnate de
la radiodifusión, fundador de la National Broacasting Company (NBC) y dueño de
la Radio Corporation of America (RCA).
Con el cine sonoro sucedió algo similar. Harry M. Warner, el mayor de los cuatro Warner Brothers, tratando de rebatir al incipiente cine sonoro, proclamó en 1927: “¿Quién demonios va a querer oír hablar a los actores?”. En cuanto a pronósticos fallidos sobre el éxito de películas de cine, en 1938 Gary Cooper, tras su decisión de no aceptar el papel protagonista en “Lo que el viento se llevó”, predijo que “Va a ser el mayor fracaso en la historia de Hollywood. Estoy encantado de que sea Clark Gable, y no yo, quien se estrelle”.
Con el cine sonoro sucedió algo similar. Harry M. Warner, el mayor de los cuatro Warner Brothers, tratando de rebatir al incipiente cine sonoro, proclamó en 1927: “¿Quién demonios va a querer oír hablar a los actores?”. En cuanto a pronósticos fallidos sobre el éxito de películas de cine, en 1938 Gary Cooper, tras su decisión de no aceptar el papel protagonista en “Lo que el viento se llevó”, predijo que “Va a ser el mayor fracaso en la historia de Hollywood. Estoy encantado de que sea Clark Gable, y no yo, quien se estrelle”.
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