14 de abril de 2017

Nuevas ideas sobre economía circular en la edificación

El sector de la edificación ha sido poco consciente del gran impacto ambiental que supone el elevado consumo de recursos naturales. Algunos fabricantes de materiales de construcción se han centrado en considerar la reutilización y/o el reciclaje de sus distintos productos y solo unas pocas empresas pioneras han empezado a considerar cómo ser capaces de deconstruir (un término procedente de la filosofía) edificios y volver a reconstruirlos en otro lugar.

Estas interpretaciones no van en absoluto descaminadas; de hecho en determinadas circunstancias deconstruir un edificio y luego emplear componentes rehabilitados o refabricados en otro emplazamiento puede ser la alternativa más adecuada. Sin embargo, con esta vía el sector de la edificación se arriesgaría a crear una solución para un problema que no es el más importante que (todos) debemos resolver. Esto se debe a que los conceptos de economía circular encajan mejor con productos de grandes ventas y vida corta (electrónica de consumo).

Si diseñamos edificios para que duren 30 años con la intención de sustituirlos luego varias veces podríamos terminar usando más recursos que si hubiésemos diseñado un edificio adaptable capaz de durar de forma continuada durante 100 años o más. El problema real que debemos resolver es cómo diseñar, construir y mantener edificios sanos que sean capaces de acomodarse a las necesidades cambiantes de varias generaciones de ocupantes a lo largo de un siglo, y que a la vez se empleen el mínimo posible de recursos naturales.

Por tanto para el parque edificatorio construido es preciso hacer una interpretación de la economía circular con un planteamiento diferente a muchos de los modelos existentes que hemos diseñado para bienes de consumo. Este nuevo planteamiento debe incorporar como esenciales los principios de longevidad (durabilidad), calidad y adaptabilidad, y además fomentar la colaboración en toda la cadena de valor de forma que los edificios puedan mutar de un uso residencial a doméstico o viceversa, sin necesidad de demolición.

En esta línea el Comité de Sostenibilidad de la Asociación del Ladrillo británica ha descrito un modelo con “las cuatro bases de diseño” que facilitan la transición del parque edificatorio construido hacia la economía circular, tal como se muestra en la imagen siguiente.

Estas 4 bases de diseño ofrecen aplicaciones prácticas de los Principios 2 y 3 de la economía circular, tal como los ha definido la Fundación Ellen McArthur en 2015.

1) Diseño para la longevidad (durabilidad). Emplear componentes duraderos en tejados, suelos y paredes  y considerar al edificio de forma integral (construcción, uso, consumo) para optimizar sus características energéticas y ambientales.

2) Diseño para el servicio. Mejorar la experiencia del usuario (ocupante del edificio) en cuanto al uso de materiales de calidad, con poca necesidad de mantenimiento, no tóxicos y no alergénicos. El diseño, la distribución y los acabados del edificio debieran enfocarse al bienestar de sus ocupantes  y -en edificios de oficinas- a facilitar la productividad de los empleados que trabajan en su interior.

3) Diseño para la reutilización y la rehabilitación (a múltiples escalas). Poder actualizar o reparar los elementos fijos (muebles en la pared) así como renovar el mobiliario. La disposición del edificio debiera proporcionar espacios adaptables, permitiendo a sus ocupantes cambiar el uso de los espacios interiores (por ejemplo, de salón a dormitorio). Y a nivel macro el diseño de los edificios también debiera tener en mente posibles cambios de uso de todo el edificio (por ejemplo, de comercial a residencial)

4) Diseño para poder recuperar los materiales. Herramientas como BIM van a permitir a los propietarios (gestores de activos) prever planes de mantenimiento para equipos e instalaciones (como calderas o paneles solares) y también identificar a los fabricantes de los componentes originales para permitir su reparación en vez de su sustitución. En el caso de una demolición, BIM también proporciona a los contratistas una precisa lista de materiales de forma que se puedan fijar objetivos de recuperación y reutilización de componentes.

Esta visión de la economía circular establece que el edificio (residencial o comercial) es el producto final y que cada uno de los materiales de construcción  (ladrillos, bloques o tejas) son sus componentes. Esta distinción resulta clave para aplicar los conceptos de la economía circular como un planteamiento global, que invite a todos los agentes de la cadena de valor (promotores, arquitectos, constructores, propietarios, administración local) a considerar el impacto de su función para conservar o ampliar el valor de los componentes (y de los recursos naturales) dentro del edificio.

Además este nuevo modelo británico también tiene en cuenta que la toma de decisiones por los seres humanos tiene su influencia en la economía circular, hecho que no han tenido en cuenta muchas de las primeras consideraciones previas sobre edificación sostenible. Si los ocupantes de una vivienda están insatisfechos con su entorno resulta más probable que decidan cambiar sus muebles y equipamientos antes de que estos componentes alcancen el final de su vida útil. Por lo tanto, diseñar y construir un edificio de calidad que proporcione el bienestar a sus ocupantes va a ser un factor clase de éxito para lograr una economía circular en la edificación.