25 de septiembre de 2016

Reciclaje social

Nuestra sociedad moderna está estratificada entre favorecidos y desfavorecidos. Con la crisis económica el número de desfavorecidos, personas sin aspiraciones de progreso, ha subido hasta el 30%. Los desfavorecidos son grupos de personas que forman colectivos en riesgo de exclusión social, al estar excluidos del mercado laboral y con difícil acceso a productos básicos (alimentación, vestido, etc).

Teniendo en cuenta a estas personas y la necesidad de un cambio de hábitos de consumo que acabe con el actual derroche y despilfarro, han surgido distintas iniciativas sociales, que han demostrado la viabilidad de innovaciones sociales y ambientales.

Estas iniciativas actúan recogiendo productos de consumo en desuso (ropa usada o alimentos que habitualmente terminan en un vertedero) y canalizándolo en dos flujos: un flujo directo destinado a su reutilización por parte de grupos de personas desfavorecidas, y un flujo indirecto destinado a su reciclaje en forma de productos de menor calidad (downcycling).

Son relativamente conocidas las tiendas de ropa de segunda mano (gestionadas por voluntarios de Cáritas u otras ONGs) en  las cuales se puede entregar ropa en desuso para ser clasificada y aprovechada (venta a precios asequibles) por personas con dificultades de comprar en los canales de textil convencionales. Los donantes deben clasificar la ropa usada que entregan en directamente aprovechable o en reciclable.

Una extensión de este concepto, con inclusión de abundantes puestos de trabajo, es por ejemplo, la entidad Koopera, que parte de una red de contenedores para la recogida de textil (ropa, calzado), libros o juguetes. Este material es clasificado en una planta centralizada y posteriormente distribuido y vendido en tiendas propias de productos de segunda mano ubicadas en diversas localidades.

Otra iniciativa lanzada en Cataluña es Espigoladors, que a partir de restos de alimentos en buen estado (en este caso frutas y verduras) ha creado una empresa social dedicada a la recogida de frutas y verduras descartadas (ya sea por excedentes de cosechas o no vendidas en supermercados por antiestéticos), pero siempre aptas para su consumo y con igual valor nutricional. Igual que en el caso de la ropa se han establecido dos flujos. Un primer flujo se lleva directamente a entidades sociales (bancos de alimentos, etc) que gestionan el acceso a la alimentación de colectivos en riesgo. El segundo flujo se dedica a su transformación para elaborar nuevos productos (mermeladas, zumos, salsas, cremas, conservas) que se comercializan bajo la marca “es im-perfect”. De esta forma, por una parte se crean puestos de trabajo en la recogida y en la elaboración y se facilita el acceso a frutas y verduras a grupos desfavorecidos.

La carta de principios de la economía solidaria establece 6 principios: equidad, trabajo, sostenibilidad ambiental, cooperación, sin ánimo de lucro y compromiso con el entorno. Alrededor de estos principios se han creado distintas entidades, que ofrecen modelos perfectamente reproducibles en otros territorios.


Los ejemplos mencionados, junto con muchos otros, son muestra de un nuevo tipo de consumo, accesible para los más desfavorecidos, de una economía social y solidaria que no deje caer a las personas y las ponga en el centro.

Estas entidades de recuperación de residuos y de inclusión social son claramente merecedoras de un mayor reconocimiento público. Si su fomento va acompañado de campañas de concienciación para no derrochar productos de primera necesidad daremos pasos relevantes en la buena dirección, además de sentir que nuestras pequeñas actuaciones son capaces de cambiar el mundo, a mejor.


9 de septiembre de 2016

Predicciones erróneas sobre innovaciones (III)

Para cerrar este repaso veraniego a errores en las predicciones sobre el éxito futuro de algunas innovaciones técnicas, las más recientes están referidas a la TV y el ocio, a la carrera espacial, a la informática y las TICs. Algunos de estos fallidos profetas más cercanos en el tiempo nos resultan más conocidos que los más remotos.

Las primeras emisiones públicas de TV tuvieron lugar en los años 30 del siglo XX. El diario New York Times opinaba en 1939 que “La familia promedio no tiene tiempo para estar sentada durante horas mirando el televisor, ese es el gran problema de la televisión”. Por su parte, Darryl Zanuck, vicepresidente de la productora cinematográfica 20th Century Fox, afirmó tajantemente en 1946 que “La televisión no será capaz de aguantar en ningún mercado que consiga capturar después de que pasen 6 meses. El motivo es que la gente se cansará enseguida de estar mirando todas las noches a una caja de madera contrachapada”. Mark Somerville, pionero de las emisiones de radio educativas, opinaba lo mismo en 1948: “La televisión no durará. Es flor de un día”.

Robert Goddard fue un científico estadounidense, pionero de la era espacial, cuyo equipo consiguió lanzar  34 cohetes entre 1926 y 1941. En 1919 publicó su obra “Un método para alcanzar altitudes extremas”, hoy considerado un texto relevante de la ciencia del siglo XX, pero en su momento muy criticada por la prensa.  Un editorial de New York Times de 1921 afirmaba que “El profesor Goddard no conoce la relación entre acción y reacción y la necesidad de contar con algo mejor que el vacío contra lo que reaccionar. Parece carecer del conocimiento básico que se imparte a diario en los institutos”.  Tras los primeros éxitos de Goddard, el New York Times insistía en su escepticismo, afirmando en 1936 que “nunca un cohete podrá salir de la atmósfera de la Tierra”.

Y siguiendo con los cohetes, ya en los años 50, en plena fiebre espacial, Arthur Summerfield, presidente del US Postal Service, afirmaba con gran convicción en 1955: “Antes de que el hombre llegue a la luna, nuestro correo postal será entregado en unas horas desde Nueva York hasta California, Inglaterra, India o Australia mediante misiles guiados. Nos encontramos en el umbral del correo por cohete”. 

Otra pifia predictiva, esta vez en sentido contrario (negando lo que más tarde sucedió) es obra de Tunis Augustus Craven, comisionado de la FCC estadounidense, que afirmó en 1961 “No hay prácticamente ninguna posibilidad de que los satélites espaciales se utilicen para proporcionar un mejor teléfono, telégrafo, televisión, radio o servicio de comunicaciones dentro de los EEUU".

El mundo de la computación está lleno de grandes innovaciones y también de muchas predicciones erróneas. Thomas Watson, fundador y presidente de IBM afirmó en 1943 “Creo que existe un mercado mundial para tal vez… 5 computadoras… y 5.000 máquinas (foto)copiadoras”. Por su parte, la revista científica estadounidense Popular Mechanics, analizando la implacable marcha de la ciencia, publicaba en 1949 que “Las computadoras del futuro podrían llegar a pesar poco más de una tonelada y media. El mismo año John von Neumann, matemático estadounidense de origen húngaro, aseguró que “Parece que estamos llegando al límite de lo que es posible obtener mediante la tecnología de las computadoras”. En sentido contrario se manifestó en 1957 el editor encargado de libros de negocios de la editorial Prentice Hall al asegurar “He viajado por todo lo largo y ancho del país y he hablado con las personas más preparadas, y puedo asegurar que el procesamiento de datos es una moda pasajera que no durará más de un año”.

Stanley Penn, periodista del Wall Street Journal, opinó en 1966 que “Pese a la tendencia a aparatos cada vez más compactos y de menores costes parece improbable que a corto – medio plazo cada persona tenga su propio ordenador”. En la misma línea argumentaba en 1977  Ken Olson, presidente, fundador de Digital Equipment Corp, empresa fabricante de ordenadores, argumentando contra el PC. “No existe razón alguna para que alguien quiera una computadora en casa”.

Cuando Andreas Pavel, el inventor del walkman propuso en 1972 el “cinturón estéreo”, los informes dejaron claro que el invento no tenía sentido: “¿Quién va a querer ir por la calle con música en los oídos, sin poder escuchar el sonido que le rodea?”.

La empresa Microsoft es un referente mundial en avances informáticos para ordenadores personales, y también en rutilantes afirmaciones, algunas de las cuales han resultado fallidas. En 1981 Bill Gates aseguró que “Nadie va a necesitar más de 637K de memoria para un PC; 640K deberían de ser suficientes para cualquiera”. Al año siguiente IBM opinó que “100 millones de dólares es demasiado dinero a pagar por Microsoft”.

Robert Metcalfe, fundador de 3Com, opinó en 1995: “Internet va a tener una evolución espectacular, pero en poco tiempo se va a colapsar catastróficamente... Si me equivoco me comeré mis palabras”. Durante una conferencia sobre la World Wide Web en 1997, Metcalfe empleó un procesador de alimentos para licuar una copia del artículo con su predicción fallida y se la bebió.
   
En una entrevista en la revista Rolling Stones en 2003, Steve Jobs dijo que las suscripciones musicales estaban condenadas al fracaso. “El modelo de suscripciones para comprar música es una bancarrota”. Unos años más tarde los servicios de suscripción de música se habían hecho tan populares que Apple lanzó Apple Music.

Los nuevos productos y las nuevas predicciones fallidas han continuado presentes en el mundo de las TIC. Bill Gates aseguró en 2004: “En un par de años habremos resuelto el problema del spam (correo basura)”. Pero Gates se vió ampliamente superado por su sucesor al frente de Microsoft, Steve Ballmer, quien en 2007, poco después de que Steve Jobs anunciase el iPhone de Apple, tratando de promocionar los aparatos más baratos de Microsoft dejó las siguientes perlas: “(el iPhone) es el teléfono más caro del mundo… Y no vale para los usuarios de negocios porque no tiene teclado, lo que hace que sea un aparato no adecuado para correos electrónicos”. “No existe ni la más remota posibilidad de que el iPhone genere grandes ventas para Apple”. “Ahora mismo estamos vendiendo millones de teléfonos al año, mientras que Apple no ha vendido ninguno”. Otro augurio erróneo de Steve Ballmer fue en 2008: “Las apps no van a despegar nunca. Fijémonos en los hechos: nadie usa estas cosas”. También hizo predicciones fallidas sobre el éxito de Google por proporcionar el sistema operativo Android de forma gratuita, sobre Dropbox o sobre Amazon. Todo un visionario el multimillonario Steve Ballmer, incapaz de ver que también hay gente despierta fuera de su empresa...

1 de septiembre de 2016

Predicciones erróneas sobre innovaciones (II)

El siglo XX trajo multitud de innovaciones, comenzado por el automóvil y la aviación. Se considera que el primer vuelo controlado fue el protagonizado por los hermanos Wilbur y Orville Wright a finales de 1903, en un corto vuelo de un aeroplano lanzado por catapulta, en el cual consiguieron demostrar el funcionamiento del viraje y control de un avión más pesado que el aire. Este hito contradijo las tajantes predicciones hechas en los años anteriores, en medio de una carrera entre inventores europeos y norteamericanos, por parte de científicos tan eminentes como William Thompson, Lord Kelvin, matemático y físico británico, presidente de la British Royal Society, quien había afirmado que “Las máquinas voladoras más pesadas que el aire son imposibles. Ningún globo ni avión tendrán éxito en la práctica” o como Simon Newcomb, matemático y astrónomo estadounidense, quien coincidía con Lord Kelvin: “El vuelo de máquinas más pesadas que el aire es poco práctico e insustancial, cuando no prácticamente imposible”.


Incluso tras los primeros éxitos de la aviación, hubo sonados augurios erróneos, como el comentario irónico manifestado en 1911 por  el mariscal Ferdinand Foch, héroe nacional francés, profesor de Estrategia en la Ecole Superieure de Guerre y experto en artillería: “Los aviones son unos juguetes interesantes, pero no tienen ningún interés militar”, o la declaración efectuada en 1933 por un ingeniero de Boeing, después del primer vuelo del Boeing 247, un avión bimotor con espacio para 10 pasajeros: “Nunca se construirá un avión más grande”.

Estos años coincidieron con el lanzamiento del vehículo automóvil, que vino a sustituir a los vehículos de tracción animal. Cuando en 1903 Horace Rackham, abogado de Henry Ford, consultó con el presidente de la caja de ahorros de Michigan sobre la propuesta recibida para invertir en la Ford Motor Company, obtuvo como respuesta: “Los coches de caballos están aquí para quedarse, mientras que el automóvil no es más que una novedad, una moda pasajera”.

Tras los espectaculares avances tecnológicos logrados por los distintos fabricantes de automóviles a comienzos del siglo XX, un fabricante alemán, felizmente anónimo, afirmó rotundamente: “El desarrollo tecnológico en el automóvil ha sido tan impresionante que no son esperables más mejoras en el futuro”.

Otros inventos de la primera mitad del siglo XX son el cine (primero mudo y luego sonoro), la radio y la televisión, sobre los cuales también hubo sonadas predicciones fallidas.

Cuando David Sarnoff propuso a algunos conocidos suyos en 1921 que inviertan en el negocio de la radiodifusión, una innovación con respecto al telégrafo con cable, obtuvo como respuesta: “La caja de música inalámbrica no tiene valor comercial imaginable. ¿Quién iba a pagar por enviar mensajes a nadie en particular?”. Sin embargo, Sarnoff vio el potencial de la radio como una forma de comunicarse con las masas, pues una persona (el emisor) podía hablar a muchos (los oyentes). Con el tiempo David Sarnoff llegó a ser un magnate de la radiodifusión, fundador de la National Broacasting Company (NBC) y dueño de la Radio Corporation of America (RCA).

Con el cine sonoro sucedió algo similar. Harry M. Warner, el mayor de los cuatro Warner Brothers, tratando de rebatir al incipiente cine sonoro, proclamó en 1927: “¿Quién demonios va a querer oír hablar a los actores?”. En cuanto a pronósticos fallidos sobre el éxito de películas de cine, en 1938 Gary Cooper, tras su decisión de no aceptar el papel protagonista en “Lo que el viento se llevó”, predijo que “Va a ser el mayor fracaso en la historia de Hollywood. Estoy encantado de que sea Clark Gable, y no yo, quien se estrelle”.