5 de octubre de 2016

El engaño de los contadores inteligentes

En los últimos años está habiendo muchos cambios normativos en busca de un mejor uso de la energía eléctrica. La normativa obliga a tener instalados contadores eléctricos inteligentes en todas las instalaciones eléctricas en 2018. El propósito es poner más información a disposición de las empresas de suministro eléctrico y de los consumidores eléctricos para poder mejorar la gestión de la oferta y de la demanda eléctrica, optimizando el sistema eléctrico en su conjunto.

Hasta ahora los contadores eléctricos, unos aparatos electromecánicos con una ruedecita que gira, han sido empleados por las compañías eléctricas para facturar a los abonados el consumo eléctrico durante un cierto período. Dentro de la indescifrable factura eléctrica se incluye una partida por el alquiler del contador.

Los avances en telecomunicaciones (TIC) han hecho posible construir una red común para el intercambio de energía eléctrica y de datos. Las redes eléctricas inteligentes (smart grids) y los contadores inteligentes (smart meters) van a suponer un cambio radical -y no solo tecnológico- en la forma en que se genere, se distribuya y se consuma electricidad e información asociada; pueden permitir al consumidor implicarse en la gestión de su demanda eléctrica. El hecho de que los consumidores eléctricos podamos saber cuánto, cuándo, dónde y cómo consumimos electricidad nos permitirá discriminar nuestro consumo por franjas horarias, y también identificar consumos fantasmas, de los que ahora mismo no somos conscientes. Con todo esto. nuestro consumo eléctrico se puede reducir del orden de un 10%. 

Así que la teoría es que si los consumidores eléctricos llegamos a saber dónde se nos dispara la factura eléctrica podremos tomar medidas para reducirla. Pero en España la realidad es otra. Existe una relación desigual entre las compañías eléctricas y sus clientes, hay una gran falta de información y de conciencia en los ciudadanos y un gran falta de transparencia, de claridad en las compañías eléctricas (facturas ininteligibles, periodicidad desigual para no poder hacer comparativas, se paga por una potencia contratada que en la práctica nunca se puede recibir porque se colapsaría la red)...

En los últimos años se han fijado fechas y se han publicado planes de sustitución de contadores, con lo que las empresas eléctricas están sustituyendo más de 20 millones de contadores eléctricos con telegestión y automatizando miles de centros de transformación urbanos. A finales de 2018 todos los contadores eléctricos deben ser digitales y capaces de enviar lecturas a distancia (con telemedida o telegestión).

Nos están cambiando nuestros contadores analógicos -que registran el consumo para que las eléctricas nos facturen- por unos flamantes aparatos que tienen memoria y que son programables y que tienen memoria para registrar consumos históricos. El propio contador hace las funciones de limitador de potencia (maxímetro), siendo capaz de ajustar la potencia contratada (al alza).
La intención es que los nuevos contadores sean capaces de contabilizar consumos (energía) y potencias máximas en distintos tramos horarios (tarificadores) para incentivar el ahorro y poder orientar el consumo hacia los períodos de menos demanda (noches, fines de semana, festivos).

A partir de Abril de 2015 ha habido un nuevo cambio normativo para poder facturar según el precio de la energía eléctrica vigente en cada hora. Para ello los consumidores necesitan tener contadores con telegestión y con discriminación horaria operativos (aún en pruebas)

El control de la información sobre el consumo eléctrico registrada en los contadores inteligentes puede estar en manos de la compañía eléctrica, del consumidor o de ambos. Cada contador está conectado a un concentrador que se comunica con la compañía eléctrica a través de la propia línea eléctrica. De esta forma la compañía eléctrica sabe para cada contador, en todo momento, el consumo, los horarios, las puntas de consumo, los consumos en horas punta y en horas valle no se les escapa ni un amperio

Las compañías eléctricas nos han publicitado las ventajas de estos nuevos contadores: lectura real (durante años nos han facturado por lecturas irreales), realizar las operaciones sin molestias, mayor información (¿para quién?), más rapidez (en facturar), mejor servicio (¿?).

Están claras las ventajas para las compañías eléctricas: se ahorran los gastos de lectura, tienen acceso a información mucho más detallada y completa sobre la demanda de sus clientes, controlan mejor el fraude, se les facilita el corte remoto del suministro, se les agiliza la tarea comercial (altas, modificaciones). ¿Y cuáles son las ventajas para los consumidores? Sólo que las lecturas serán más precisas y no habrá lecturas estimadas (a no ser que se averíe el contador).

La realidad es que esta posibilidad teórica de intercambio de datos en ambas direcciones ha quedado limitada en la práctica, debido a los aparatos elegidos que nos están instalando hacen muy difícil que los consumidores puedan acceder a la información sobre su consumo. Son muy distintas las formas en que esta información llega a las compañías eléctricas (completa y actualizada cada 20 segundos, rayando en la privacidad) y a los consumidores (una caja negra), por lo que unos pueden actuar sobre la oferta (conocen todas las pautas de consumo) y otros no son capaces de actuar sobre la demanda al no poder extraer la información contenida en su contador.

En la elección de los contadores inteligentes que nos están instalando, las compañías eléctricas se han limitado a cumplir estrictamente con lo indicado en la normativa. Así que, tras más de 2 años de sustituciones de millones de contadores inteligentes, la información registrada en los equipos de medida instalados resulta inaccesible para los consumidores. Solo tenemos acceso a una “caja negra” (en el cuarto de contadores) con unas lucecitas ininteligibles, por lo que seguimos sin saber nuestro consumo instantáneo, ni el acumulado, hasta que nos llega la factura, con la periodicidad que le parece oportuna a la compañía eléctrica.

Para poder hacer una gestión activa de la demanda eléctrica y así racionalizar el consumo hace falta contar con los contadores adecuados, con una legislación adecuada (que tenga en cuenta los intereses de los ciudadanos) y con una sensibilización ciudadana para, una vez extraída la información del contador, aprendamos a utilizarla en función de nuestros intereses, ya que las empresas eléctricas velarán por los suyos. 

Este cuento de los contadores inteligentes es un paso atrás, una oportunidad perdida para actuar de forma informada sobre la demanda eléctrica, una muestra más de la inercia y del poder de los aprendices de brujo. Incluso es posible que, con su poder mediático, nos vendan en breve apps de pago, con el pago de cuotas mensuales “para ahorrar”, para poner nuestra disposición la información sobre "nuestro" consumo eléctrico registrada en "nuestros" contadores, esos aparatos tan inteligentes que ellos han elegido para instalarnos. 

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