30 de enero de 2017

Mundo de plástico, continentes de plástico (I)

Los plásticos son materiales obtenidos mediante síntesis de polímeros a partir de derivados del crudo. En realidad el término plástico se refiere a un estado del material y no al material en sí: estos materiales se llaman plásticos porque son capaces de adquirir una cierta forma (plasticidad).

La era del plástico comenzó hace 100 años como una rama de la industria química. Los materiales plásticos son fáciles de moldear, de baja densidad, impermeables, resistentes a la corrosión y buenos aislantes. Durante los años 50 y 60 la dureza y moldeabilidad de los plásticos revolucionó la ciencia de los materiales. Debido a su funcionalidad, y a una intensa campaña publicitaria, desde hace décadas los plásticos han sustituido a otros materiales naturales (piedra, madera, vidrio, metal, papel) en multitud de objetos y usos.

Como los plásticos son baratos y “nos facilitan la vida” vivimos rodeados de productos con plásticos. Tenemos hay plásticos en nuestras viviendas (ventanas, tuberías, aislamientos, alfombras), en nuestros coches y sobre todo en productos de consumo y en sus envases.

La industria química ha desarrollado distintos tipos de plásticos: polietileno tereftalato (PET), polietileno de alta densidad (PEAD/HDPE), policloruro de vinilo (PVC), polietileno de baja densidad (PEBD/LDPE), polipropileno (PP), poliestireno (PS), otros…Uno de los usos más habituales des estos plásticos en en envases de un solo uso. El PET se suele emplear en botellas y botellines de agua mineral, el HPDE en envases de productos de limpieza, el PVC en botellas de plástico más duro, el LPDE en botellas, en papel film y en envases de yogures, el PP en envases de alimentos (tupperwares). Una característica común de todos estos tipos de plásticos tardan muchas décadas en descomponerse.

En productos industriales se emplean materiales plásticos en aparatos eléctricos y electrónicos, carrocerías, piezas de motores, aislantes eléctricos. En la construcción se emplean plásticos en tuberías, impermeabilizantes y espumas aislantes. Aunque el uso más habitual es en productos de consumo: fibras textiles sintéticas, muebles, juguetes, artículos deportivos, maletas, envases, bolsas de basura…

El principal problema ambiental de estos productos químicos es que los residuos de plástico no se pueden volver a asimilar en los ciclos de la naturaleza. Muchos plásticos no son biodegradables ni fáciles de reciclar y si se queman para aprovechar su elevado poder calorífico pueden dar lugar a compuestos muy contaminantes.

En su momento nos maravilló la durabilidad de los plásticos, pero ahora tenemos que lamentar que tarden siglos en descomponerse. Es la propia estabilidad y durabilidad de los plásticos la que nos hace cuestionarnos su idoneidad para aplicaciones de un solo uso, como el caso de los envases o de bienes de consumo de ciclo de vida corto que, tras unos años de uso (a almacenamiento sin ser usado) doméstico acaba arrojado en un vertedero donde pasa siglos sin descomponerse.


Tenemos mucho desconocimiento sobre los plásticos y su problemática ambiental. En muchos países occidentales hay una mala gestión de los residuos plásticos, entre ellos los envases de alimentos. Al ser estos envases baratos de fabricar no hay interés en el sector envasador en su reutilización o en su reciclaje. Además, su baja temperatura de fusión dificulta su reciclaje, si no están completamente limpios, ya que las impurezas que puedan contener no se vaporizan. Así que, ya sea un plástico (PET) obtenido a partir de derivados del petróleo o a partir de plantas vegetales, en ambos casos tenemos un contaminante persistente. La consecuencia es que nuestros contenedores y nuestros vertederos aparecen llenos de residuos de plásticos.

El reto real es combatir un modelo económico que prospera en base a productos y embalajes desechables (de usar y tirar) y se olvida del problema asociado de los costes de limpieza. Para impedir que nos ahoguemos entre plásticos existen organizaciones que enseñan a la ciudadanía cómo se debe reciclar el plástico y organizaciones que directamente nos plantean que nos olvidemos del plástico de usar y tirar.

En la UE se ha optado por el eco-diseño y la concienciación ciudadana, dentro del concepto de economía circular. Se han prohibido las bolsas de plástico pero por ahora no se nota nada. (la única diferencia es que ahora nos la cobran en el supermercado). Además se está planteando un recargo a los productos de plástico al comprarlos, que se retornaría al devolverlos en condiciones adecuadas para su reutilización.

Otra posibilidad, también a largo plazo, es la búsqueda de alternativas, la I+D sobre plásticos biodegradables. Los materiales naturales fueron sustituidos por los plásticos en parte debido a que los materiales sintéticos se pueden controlar mejor durante la fabricación para ser transformados en distintos bienes. Sin embargo en los últimos años se está empezando a volver a recurrir a los materiales naturales a medida que la comunidad científica va aprendiendo de la naturaleza las técnicas de fabricación para imitar (biomimética) las propiedades deseadas de los materiales, Por ejemplo, el investigador Javier G. Fernández, tras años de trabajo en EEUU y en Singapur, ha desarrollado el shrilk, un material inspirado en los caparazones de los insectos, más fuerte que el plástico y además biodegradable. Este logro ha sido posible reproduciendo estructuras y formas de funcionamiento existentes en la naturaleza, hasta llegar a un sustituto del plástico en diversas aplicaciones.

La mezcla de nuestra cultura de usar y tirar, la proliferación de los productos de plástico de un solo uso (más baratos) y la dificultad de reciclar los residuos de plástico nos ha conducido a un problema ambiental, aún no muy conocido, pero de consecuencias letales para los ecosistemas marinos. Cambiar la forma en que producimos y consumimos plásticos es un reto tan grande como controlar las emisiones de GEI.

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