18 de junio de 2015

Por qué Holanda es un paraíso ciclista

Holanda es el país con más ciclistas del mundo y es además el país más seguro para desplazarse en bicicleta. Esto es debido en parte a unas infraestructuras ciclistas modélicas que se pueden encontrar por todo el país. En la actualidad la bicicleta es una parte esencial en las políticas de movilidad en Holanda, donde los ciclistas son los reyes del asfalto. Una red de 20.000 km de carriles bici bien señalizados y bien conservados y unos conductores absolutamente concienciados, junto con una orografía llana, permiten que el desplazamiento en bicicleta -barato, rápido y saludable- sea una práctica cotidiana para más del 30% de la población.

¿Cómo han conseguido los holandeses esta red de vías ciclistas de alta calidad? Algunos, incluyendo a muchos holandeses, creen que los carriles bici siempre han estado allí. Siempre ha habido un gran uso de la bicicleta en Holanda, desde su introducción en 1870, pero esto solo es cierto en parte. En los años 1920s la bicicleta era el principal medio de transporte, había muchos carriles bici, pero no tenían nada que ver con los modernos fietspads que existen hoy. Los antiguos carriles bici eran estrechos, de superficie irregular, peligrosos e incluso inexistentes en los cruces, además de no estar interconectados. Y en realidad estos carriles bici podían no ser necesarios, ya que los ciclistas eran mayoría en comparación con otros usuarios del espacio público urbano.

Todo cambió tras la Segunda Guerra Mundial. Con la ayuda del plan Marshall los holandeses reconstruyeron su país, la economía prosperó y los ciudadanos se hicieron muy ricos. Entre 1948 y 1960 el sueldo medio subió un 44% en Holanda, y para 1970 había crecido un asombroso 222% adicional (base 1948). Tras años de post-guerra la gente se podía permitir ahora el lujo de comprar bienes caros. Sobre todo a partir de 1957 (Tratado de Roma y posterior unión económica del Benelux) esta bonanza económica condujo a un aumento espectacular en la cantidad de coches que circulaban por las calles de las ciudades. Y las calles de la mayoría de las ciudades antiguas no estaban pensadas para estar llenas de coches. Así que se derribaron viejos edificios para hacer sitio para los coches, e incluso se eliminó alguna parte de la vieja infraestructuras ciclista. Las plazas de las ciudades se convirtieron en espacios para aparcamiento de coches y se desarrollaron calles inmensas para dar cabida al creciente tráfico motorizado.

La distancia media recorrida a diario pasó de los 3,9 km en 1957 a los 23,2 km en 1975. Pero este “progreso” tuvo lugar a un coste terrible: la bicicleta fue marginada, su uso se redujo en un 6% anual y solo en 1971 se perdieron 3.300 vidas en accidentes de tráfico. Más de 400 de estas muertes fueron niños de menos de 14 años. 

Esta masacre de niños sacó a la gente a las calles a protestar (la célebre campaña “paremos las muertes de niños”) en demanda de calles más seguras para los niños y también para los peatones y ciclistas. Estas peticiones ciudadanas fueron escuchadas, sobre todo a partir de 1973, cuando la primera crisis del petróleo paralizó al país. En un discurso televisado al todo el país a finales de 1973 el entonces primer ministro holandés, Joop den Uyl (socialdemócrata del PVDA) dijo a sus ciudadanos que esta crisis del petróleo cambiaría sus vidas, que tendrían que cambiar sus hábitos para ser menos dependientes de la energía, y que esto debería ser posible con imaginación y sin tener que sacrificar o disminuir su calidad de vida. Las iniciativas de fomento de la bicicleta encajaban perfectamente ante esta situación y los “domingos sin coche” decretados para ahorrar petróleo sirvieron para recordar a todos los ciudadanos cómo eran sus ciudades ante de haberlas llenado de coches.

Por esta época (mediados de los años 70) se peatonalizaron permanentemente los primeros centros históricos de las ciudades holandesas. Y las protestas ciudadanas continuaron, la motorización masiva mataba a la gente, a las ciudades y al medio ambiente. Marchas ciclistas masivas por las ciudades y pequeñas manifestaciones en demanda de infraestructuras ciclistas, de carriles bici, crearon una cultura colectiva que cambió la mentalidad sobre las políticas de movilidad en Holanda.

Algunos ayuntamientos empezaron a experimentar los primeros carriles bici urbanos completos y seguros, segregados del tráfico de vehículos motorizados. Con financiación del gobierno nacional, en la sexta y tercera ciudades más pobladas del país, Tilburg (Noord Brabant, 200.000 habitantes) y La Haya (Zuid Holland, 500.000 habitantes) se construyeron los primeros carriles bici partiendo de cero. El uso de la bicicleta en las ciudades aumentó de forma espectacular, entre el 30 y el 60% en La Haya y el 75% en Tilburg.  La teoría de “primero constrúyelo, que luego vendrán a usarlo” demostró ser cierta en este caso en Holanda. En una visión retrospectiva esto puede considerarse como el inicio de las modernas políticas de fomento de la bicicleta en las ciudades.

En síntesis, ¿cuál fue la causa de estos cambios en Holanda?. Había varios problemas en paralelo:

- Ciudades que no podían dar abasto con los coches, donde se derribaron edificios y aumentó la indignación ciudadana por la concesión del espacio urbano al tráfico motorizado en detrimento de los ciudadanos
- Un número intolerable de muertes por accidentes de tráfico, que ocasionó manifestaciones masivas de repulsa por parte de la ciudadanía
- Una crisis energética y económica que supuso la escasez de gasolina y el aumento de precio de los productos energéticos

La solución se encontró en la movilización ciudadana y en la voluntad política, nacional y municipal, entre los partidos políticos nacionales y los entes competentes en planificación regional y local (tanto urbanística como energética) por resolver esta situación, alejándose de las iniciativas centradas en el uso del coche en las ciudades y abriendo espacios a métodos de transporte alternativos, como la bicicleta. 

¿Y qué resultados consiguieron los manifestantes con sus demandas? Las muertes de niños en accidentes de tráfico se redujeron desde más de 400 en 1971 hasta 14 en 2010. Muchas calles cuentan con carriles bici interconectados y los puentes no comparten su espacio ciclista con los coches, sino que cuentan con su propio carril bici. 


En Holanda tenemos un ejemplo de movilidad urbana bien resuelta, aunque para aplicar sus recetas hay que tener en cuenta la idiosincrasia de cada lugar. Los problemas de los holandeses no fueron ni son únicos. Tampoco sus soluciones debieran ser únicas.

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