30 de diciembre de 2014

Innovación social

Con el paso del tiempo se van alternando épocas de desarrollo y prosperidad con épocas de crisis, y van surgiendo distintos retos sociales e innovaciones científico-tecnológicas que dan pie a evoluciones sociales y culturales más o menos relevantes. Algunas innovaciones históricas que todos tenemos en mente han sido la imprenta, la energía eléctrica o, más recientemente, Internet.

A diferencia de la innovación científica, en el caso de la innovación social la invención no se dirige a conseguir un éxito comercial y obtener beneficios económicos, sino a mejorar las condiciones o la calidad de vida de determinadas personas o colectivos sociales. 

Todas estas evoluciones, durante años, décadas y siglos, han dado como resultado nuestra sociedad actual, caracterizada por la legislación que nos protege y nos controla y por las distintas instituciones y entidades que nos educan, nos corrigen, nos aseguran una vida eterna, nos dan empleo y nos gobiernan. Cada uno de estos aspectos ha ido cambiando a lo largo del tiempo debido a la invención y a la adopción de distintas innovaciones sociales -nuevas prácticas que surgen para dar respuesta a retos sociales- por parte de personas individuales, de grupos sociales o de organizaciones.

La innovación no es solamente un mecanismo económico ni un proceso técnico. La innovación es sobre todo un fenómeno social. A través de la innovación las personas y las sociedades manifiestan su creatividad, sus necesidades y sus deseos. Debido a su propósito, a sus efectos y a sus métodos, la innovación está muy ligada con las condiciones sociales en las cuales surge y se consolida.

Se puede considerar que la creatividad se centra en generar nuevas ideas, mientras que la innovación se centra en llevar estas ideas a la práctica real. Algunos ejemplos de innovaciones sociales en diversos ámbitos, tanto pasadas como presentes, son:


La emergencia de la innovación social como tema en la ciencia, en la política, en la empresa y en la sociedad civil no tiene lugar hasta finales del siglo XIX, siendo los pioneros Max Weber y Josef Schumpeter. Sus orígenes son la economía y la sociología, y más adelante la gestión empresarial. Ya en el siglo XX, en 1922 el sociólogo William Ogburn presentó la teoría del retraso cultural, el tiempo que tarda la sociedad en ajustarse a los cambios tecnológicos y de otro tipo. Tras la segunda guerra mundial el filósofo Horace Kallen lanzó la idea del pluralismo cultural y la innovación. En 1974 el psicólogo canadiense Stuart Conger escribió el libro “La invención social”. Según Conger un invento social es un procedimiento o una organización de cambia la forma en que las personas se relacionan entre sí, tanto en lo individual como en lo colectivo. Si el invento social consigue calar en la sociedad se llega a una innovación social.

Desde entonces han ido surgiendo distintas iniciativas (think tanks y centros de investigación) destinadas a la invención social, a fomentar el nacimiento de nuevas ideas que sean innovaciones no tecnológicas, que permitan mejorar la calidad de vida de la ciudadanía. Así en 1985 nació en Londres el Institute of Social Invention, en 1986 el Centre de Recherche sur les Innovations Sociales (CRISES) en la Universidad de Quebec, en 1990 el Zentrum für Soziale Innovation (ZSI) Wien, en 1994 el Sozialforschungstelle (SFS) Dortmund y en 2000 el Center for Social Innovation (CSI) de la Stanford University en California. 

A partir de 2004 se establecieron diversos centros de innovación social en Canadá, Holanda, Australia, Nueva Zelanda… En el País Vasco se crearon en 2007 los centros Innobasque y Sinnergiak (de la UPV).

Pese a que muchas innovaciones se originan a partir de la tecnología y tienen lugar en las empresas, todas las innovaciones son socialmente relevantes. Cualquier innovación surge de un determinado antecedente en la sociedad y tiene impacto en entidades sociales. 

La innovación siempre ha estado presente en nuestra sociedad. Estamos sin duda en una época en la que se van a dar grandes cambios, y uno de los muchos retos a lo que debemos dar respuesta es lograr en paralelo inventos científicos que propicien el avance científico e inventos sociales que propicien el avance social.

La transición de la sociedad industrial a la sociedad post-industrial basada en el conocimiento y en los servicios va a suponer un cambio relevante en el sistema de innovación, donde la innovación social debe coger más peso en comparación con la innovación científica o tecnológica. Hay que equilibrar el lado social de la innovación tecnológica con el lado tecnológico de la innovación social.

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