7 de julio de 2014

El metabolismo urbano y los flujos circulares

El metabolismo es un proceso que tiene lugar dentro de un organismo. Tiene que ver con sustancias nutrientes y con sustancias tóxicas. Las reacciones químicas que se producen en este proceso permiten a las células ejercer sus funciones vitales.

El concepto de metabolismo urbano, surgido en los años 90, se refiere a los intercambios (de energía, de agua de materia, de información) que tienen lugar entre las ciudades y su entorno natural y geográfico. Está muy ligado con el consumo de recursos (que entran a las ciudades) y con la gestión de residuos (que salen de las ciudades).

Las ciudades contemporáneas son enormes organismos eco-técnicos. De igual forma que los organismos naturales, nuestras ciudades tienen un metabolismo -una transformación de recursos en funciones básicas- que se puede definir claramente.

El metabolismo de la naturaleza es esencialmente un ciclo cerrado, sin residuos, en el cual la materia de salida de cualquier organismo es la materia de entrada a otro, lo que permite reponer y sostener todo el entorno viviente. Por el contrario, en muchas de las ciudades modernas el metabolismo urbano es básicamente un proceso lineal, en el cual distintos productos y materias circulan a través de todo el sistema urbano sin importar ni de dónde proceden los recursos ni a dónde van a parar una vez consumidos y convertidos en residuos.

En general los ciudadanos no somos conscientes de la existencia de una interrelación entre los recursos entrantes (energía, alimentos, bienes de consumo) y los residuos salientes (inorgánicos, orgánicos, emisiones gaseosas, efluentes líquidos) en nuestras ciudades.

En el ámbito energético los combustibles fósiles son extraídos, refinados, transportados y quemados, mientras que los gases de combustión se dispersan en la atmósfera. Las materias primas son extraídas y procesadas en nuestras fábricas e industrias para obtener bienes de consumo que enseguida convertimos en residuos que no pueden ser reabsorbidos por la naturaleza viva. En bosques cada vez más lejanos se extraen árboles para obtener pulpa o madera. Y en cuanto a alimentos, se extraen nutrientes y carbono de las tierras de labranza para obtener y consumir alimentos, mientras que las aguas residuales -a veces depuradas y a veces no- llegan a los cauces fluviales con más frecuencia que a las tierras de cultivo. Los ríos y las aguas litorales de todo el mundo están “enriquecidos” con aguas residuales y con efluentes tóxicos, así como con restos de fertilizantes químicos usados para proporcionar alimentos a las ciudades.

Este proceso lineal, en bucle abierto, resulta claramente insoportable, y no debiera seguir así si es que de verdad pretendemos asegurar la viabilidad a largo plazo de nuestro planeta altamente urbanizado. Ya no es posible ignorar las externalidades ambientales del uso de recursos en las ciudades y -si no somos capaces de aprender de la naturaleza cómo cerrar bucles y crear un flujo circular- seguiremos el camino del deterioro ambiental global.

Esta es la base de la economía circular, ya comentada en una entrada anterior. Aplicada a las ciudades, en el planeamiento urbano se deberá tener en cuenta la ecología de los sistemas naturales para poder diseñar circuitos metabólicos circulares, análogos a los de la naturaleza, que aseguren la viabilidad a largo plazo de las ciudades y de su entorno natural y geográfico, las zonas rurales de las que dependen para su subsistencia. Tendremos que ser bastante más ambiciosos que limitarnos a reciclar vidrio, papel, plásticos y metales; las distintas fracciones de residuos y efluentes generados en las ciudades tendrán que ser aplicados -que no es lo mismo que ser vertidos- a los sistemas productivos locales y regionales. Los residuos orgánicos se deberán transformar en compost de calidad, que permita devolver a las tierras de cultivo cercanas el carbono y los nutrientes que aseguren su fertilidad a largo plazo.

Como siempre, la clave pasa por la concienciación ciudadana. El campo de batalla contra el cambio climático y a favor de la sostenibilidad son las ciudades. Es muy conveniente una reflexión sobre si el (actual) nivel de vida en las ciudades se puede mantener a la vez que se reducen al mínimo los impactos de las ciudades. En los países desarrollados ha prevalecido durante décadas la cultura de usar y tirar y aún son incipientes los comportamientos colectivos sobre minimización y recogida separada de residuos, etc. Por el contrario en las grandes ciudades de los países en vías de desarrollo hay un flujo de materiales (recursos) más bajo y una tasa de reciclaje más alta, ya que la reutilización y el reciclaje es una parte importante en la economía local.

La creación de un metabolismo urbano circular podría crear ciudades más resistentes al cambio climático y además generar muchos negocios y puestos de trabajo locales.

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