15 de enero de 2016

Ecobarrios: laboratorios de sostenibilidad urbana

En las últimas décadas han surgido, en los países europeos donde el concepto de sostenibilidad está más arraigado, bastantes iniciativas que han pretendido demostrar los beneficios de todo tipo de un ¿nuevo? estilo de edificación, urbanismo y vida social, en contacto directo con el entorno. Son los barrios ecológicos o ecobarrios. 

En teoría los ecobarrios resuelven todos los retos del las ciudades del futuro y para probar en la realidad estas ideas la escala más adecuada es el barrio. A partir de una cierta densidad, los barrios hacen posible desarrollar sinergias entre las viviendas, los puestos de trabajo, el comercio local y las actividades de ocio, que de alguna forma pueden contribuir a reducir la demanda de transporte. Así, en muchas ciudades europeas se han iniciado asombrosos -casi utópicos- proyectos de regeneración urbana.

Los ejemplos que vamos a mencionar constituyen referencias clásicas de barrios ecológicos exitosos, y se diferencian de las muchas urbanizaciones que todos tenemos en mente por sus viviendas rodeadas de zonas verdes, por ser autosuficientes en recursos, por tener huertos y jardines comunitarios y por ser auténticos laboratorios de integración social y ambiental. Son una muestra de los esfuerzos de la vieja Europa - a quien se califica con frecuencia como pasada de moda- por afrontar su futuro urbano con algo de diligencia. Estas referencias han podido demostrar que las bases teórica del diseño de las ciudades (la zonificación de los diseños urbanos de los últimos 40 años) pueden ser reversibles.

En Copenhague existe desde 1971 la ciudad libre de Christiania (fuera de la UE), inicialmente una comuna hippy / provo con libre tráfico de marihuana, surgida en los terrenos de unos antiguos barracones militares. Desde entonces hasta ahora Christiania ha evolucionado y ha demostrado ser un “experimento social” autogestionado en un asentamiento libertario y alternativo más o menos tolerado.

En la California hippy de los años 60 surgió la comunidad Village Homes, planificada en la ciudad de Davis por los arquitectos Mike y Judy Corbett. La urbanización tiene las calles en orientación Este – Oeste y las viviendas en orientación Norte – Sur. Su diseño permitió a sus habitantes desarrollar su sentido de comunidad y de ahorro y eficiencia energética. Cuenta con un centro cívico y con equipamientos y huertos comunitarios. 

El asentamiento del barrio de Vauban en la ciudad verde de Friburgo (Baden Würtemberg, Alemania) también fue originalmente unas antiguas instalaciones militares francesas, abandonadas en 1992. Tras ser okupado hubo un acuerdo para la rehabilitación y transformación de los viejos cuarteles en un nuevo barrio de viviendas con más de 2.000 residentes. La alimentación eléctrica a los edificios es mediante paneles y colectores solares y la calefacción se obtiene mediante una red de district heating alimentada con biomasa forestal. La movilidad por el barrio se basa en bicicletas y la conexión con el centro de la ciudad es a través de una línea de tranvía.


De la misma época es el ecobarrio de Lanxmeer, en Culemborg (Holanda), un desarrollo de 240 viviendas en un entorno urbano, diseñado (1994) por Marleen Kaptein y promovido entre el ayuntamiento de Culemborg, la Fundación EVA y los futuros habitantes construido entre 1994 y 2009 es una referencia internacional por la participación de los vecinos.

Al sur de Londres, en Beddington (borough de Sutton) se ha terminado el ecobarrio BedZED (Beddington Zero Energy Development), una promoción urbanística neutra en CO2 desarrollada desde 2002 por al arquitecto Bill Dunster, con la ayuda de la Fundación Peabody. Se han construido 100 apartamentos, una guardería infantil y espacio para oficinas. El tráfico se prioriza hacia el uso de la bicicleta con un punto de aparcamiento de vehículos compartidos entre los residentes. 

Estocolmo cuenta con el proyecto Hammarby Sjöstad, que consiste en la recuperación de una zona industrial portuaria con suelos contaminados para construir un nuevo barrio residencial junto al lago y el canal, conservando algunos de los viejos edificios industriales de arquitectura funcionalista, rehabilitados como biblioteca y edificio de oficinas. 

Estos son solo una muestra de los muchos proyectos "especiales" de regeneración urbana que han tenido éxito, habiendo transformado terrenos urbanos en desuso en zonas residenciales con viviendas protegidas, zonas verdes, equipamientos comunitarios. Los ecobarrios son unas innovadoras actuaciones integrales que combinan aspectos urbanísticos, energéticos, medioambientales y sociales. Sus ingredientes son los siguientes:

- Unos terrenos degradados y/o abandonados, que suelen estar junto a un cauce de agua (lago / río)
- Una demanda de vivienda
- Un arquitecto visionario, normalmente respaldado por una Fundación, capaz de idear y definir un Masterplan que organiza el nuevo barrio sobre esos terrenos ya urbanizados
- Un ayuntamiento también visionario (proactivo o al menos reactivo ante okupas), capaz de llevar a cabo la transformación de viejas instalaciones en desuso en nuevos espacios residenciales. En muchos casos dentro de planes urbanísticos relacionados por propuestas para grandes eventos internacionales (exposiciones internacionales, juegos olímpicos...)
- Y, sobre todo, un grupo de ciudadanos -los futuros residentes- con diversidad social y generacional, interesados y concienciados, capaces de trabajar de forma colaborativa en el proyecto hasta conseguir vivir en el barrio de sus sueños

Repasando la "memoria de calidades" de un ecobarrio del siglo XXI, las principales características de su oferta residencial son: 

- Mejora en la calidad de vida de sus habitantes
- Edificios (residenciales y de oficinas) de bajo consumo energético, que incluyen comercio y actividades socio-culturales. Suelen contar con algún edificio para actividades comunitarias (de alquiler)
- Viales peatonales y de bicicletas, sin coches, zonas verdes, huertos comunales, amplias zonas de juegos para niños 
- Bien conectados a una red de transporte público de alta calidad (tranvía), con club de coches de uso compartido para los residentes
- Autosostenibles en cuanto a consumo de agua y energía, recogida neumática y reciclaje de residuos (biogás), instalaciones comunitarias de cogeneración con astillas (biomasa)
- Combinación de viviendas con arquitectura ecológica, transporte soft y actividad económica en el barrio

Igual que en muchos otros temas, España -el país con más actividad edificatoria en el siglo XXI- está retrasada en esto. Destaca el fiasco en Puente de Vallecas, promoción de la EMVS de Madrid anunciada en 2007, que contó con una buena inyección fondos públicos del Plan E del gobierno de Rodríguez Zapatero. Tras unos años de obras se ha acabado la urbanización de los terrenos y se han construido una central de district heating y un sistema de recogida neumática de residuos. Tras haber gastado 20 M€ públicos el proyecto quedó parado y ahora se está a la espera del promotores privados para construir las viviendas cuyos habitantes consuman esta energía y generen estos residuos.

Un buen ejemplo de cómo copiar mal, de cómo se empieza la casa por el tejado o -en este caso- el barrio por lo accesorio. La solución a la calefacción de los edificios está en el corazón de la ciudad del futuro, pero no se plantear la misma solución en Madrid y en Estocolmo. Repasando los ingredientes de los ecobarrios exitosos se puede ver que en España faltan los dos últimos, que no quiere decir que sean los dos menos importantes.

La clave del éxito social de un barrio son sus habitantes. En nuestras sociedades urbanas, caracterizadas por la movilidad y el individualismo, es importante recuperar el significado más profundo del término barrio: vida en común, vecindad, cercanía, solidaridad, identidad, orgullo... La recientemente fallecida arquitecta francesa Françoise-Hélène Jourda se lamentaba de que con frecuencia los objetos arquitectónicos no son más que objetos. Y en esto fallan nuestros políticos una vez sí y otra también.

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