7 de marzo de 2015

Sociología urbana

El estudio de la ciudad como el espacio físico donde vivir, relacionarse y participar surge por una parte de la necesidad de ordenar el espacio urbano y por otra de la necesidad de explicar -desde muy distintos puntos de vista- las relaciones entre los seres humanos en un determinado hábitat.

La concentración de la población en las ciudades, que en la actualidad ha alcanzado dimensiones espectaculares, es un fenómeno inédito en la historia mundial y plantea nuevos desafíos que se deben afrontar desde una visión integral.

La sociología urbana se centra en el conocimiento de las distintas teorías sociológicas sobre las ciudades y en el estudio de diversos fenómenos urbanos, como la globalización, la multiculturalidad, las políticas urbanísticas, la participación ciudadana o los instrumentos de gestión urbana. El estudio sociológico sobre la vida y las interrelaciones humanas en las zonas metropolitanas permite obtener información sobre las ciudades y su función en el desarrollo de la sociedad, para que puedan ser tenidos en cuenta de cara a futuros planeamientos urbanísticos.

Las bases teóricas de la sociología urbana fueron planteadas a finales del siglo XIX por sociólogos franco-alemanes como Karl Marx, Ferdinand Tönnies, Émile Durkheim, Max Weber y Georg Stimmel, tras estudiar los procesos económicos, sociales y culturales del fenómeno de urbanización que tuvo lugar en Europa en la segunda mitad del siglo XIX, coincidiendo con el apogeo de la primera revolución industrial. En esta época, en paralelo con la industrialización de muchas regiones y ciudades europeas, tuvo lugar la expansión física de las ciudades desde el centro histórico hacia las afueras, con el diseño y la construcción de Ensanches urbanos y de nuevos barrios residenciales e industriales en las afueras.

Estos primeros trabajos surgidos en Europa fueron analizados y ampliados con nuevos enfoques (inmigración, relaciones raciales, movimientos sociales) por los miembros de la Escuela de Sociología de Chicago, entidad muy influyente entre 1915 y 1940, centrada en estudiar cómo el aumento de la urbanización durante la primera revolución industrial había contribuido a acrecentar los problemas sociales contemporáneos. 

La ciudad de Chicago había pasado de ser una población de 30.000 habitantes en 1850 a ser una metrópoli de 2,7 millones en 1920, habiendo acogido a cientos de miles de inmigrantes europeos (irlandeses, alemanes, polacos, checos, italianos) y de los Estados del Este de los EEUU. El gran incendio de 1871 había supuesto la práctica destrucción y la posterior reconstrucción completa del centro de la ciudad. El enorme crecimiento demográfico posterior había tenido como efecto un cúmulo de problemas sociales de todo tipo, ya sean laborales (muchas horas de trabajo, bajos salarios), sanitarios (hacinamiento, condiciones de vida duras), culturales (asimilación e integración de las subculturas nativas de los distintos inmigrantes), derechos humanos, disturbios raciales contra los inmigrantes de raza negra (nueva oleada de inmigración en los años 20 y 30), bandas de gangsters...

También a finales del siglo XIX la ciudad de Chicago se había convertido en referencia internacional en arquitectura y en infraestructuras urbanas, con obras de arquitectos como Henry Hobson Richardson, Daniel Burnham, Dankmar Adler o Louis Sullivan (mentor de Frank Lloyd Wright), con edificios construidos con estructura de acero y fue Chicago -y no Nueva York- la ciudad pionera en rascacielos al construir en 1885 el primero del mundo, el Home Insurance Building de 10 pisos de altura.

La Escuela de Sociología de Chicago añadió a las ideas de Marx y Weber los criterios de ecología y valores culturales. Entre sus miembros destacaron Robert Ezra Park, creador del concepto de ecología humana y Ernest Watson Burgess, autor en 1923 junto a Park del modelo de las (6) zonas concéntricas de la ciudad: el centro de negocios, la zona de fábricas (barrios degradados), la zona de transición de usos comerciales y residenciales, la zona residencial de las clases obreras (alquileres), la zona residencial de las clases acomodadas y la zona suburbana (ciudades dormitorio) para explicar las estructuras de las ciudades, la distribución de los grupos sociales en las zonas urbanas y el valor del suelo en cada zona.

Louis Wirth completó estos trabajos con el estudio del comportamiento de los distintos grupos minoritarios en los ghettos urbanos, resaltando los efectos contradictorios de las grandes ciudades. Por una parte “la urbanización es una forma de organización social que resulta dañina para las identidades culturales” mientras que “en todas partes las ciudades son centros de tolerancia y libertad, el hogar del progreso, las invenciones, la ciencia y la racionalidad”. Esta distinción espacial entre barrios contribuyó al aislamiento de las relaciones entre clases sociales en la ciudad moderna y desplazó a la clase media lejos del centro urbano hacia las zonas residenciales de las afueras.

En los años 70 – 80 del siglo XX comenzaron a difundirse otras teorías sobre sociología urbana adicionales a las de la Escuela de Chicago, con los trabajos de Claude Serge Fischer sobre la teoría subcultural de los urbanitas (1975), de Barry Wellman sobre relaciones sociales entre individuos y en la vida en comunidad, del geógrafo David Harvey o de Manuel Castells sobre la sociedad de la información. A finales del siglo XX la sociología urbana confluyó con la economía y el urbanismo, destacando las aportaciones de Paolo Perulli, François Ascher o Víctor Urrutia.

En la actualidad, además de la sociología, la economía y el urbanismo, es preciso considerar también la energía (gestión de la demanda, generación distribuida) y el medio ambiente (contaminación atmosférica, ruidos, gestión de residuos) y las tecnologías de información y comunicación (TIC) para abordar de forma integral los retos de las ciudades post-industriales.

Solo desde esta visión global, resaltando el papel de la sociología urbana, pero conjuntamente con el resto de disciplinas, se podrán diseñar adecuadamente las smart cities del siglo XXI para reforzar los aspectos positivos y paliar los aspectos negativos de la nueva civilización metropolitana.

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